Capullo

Y me perseguías entregándome flores todos los días. Aparecías mientras desayunaba, cuando me daba una ducha, incluso empezaste a perseguirme en sueños. Un día reclutaste a tu sombra para que te sustituyera mientras estabas atareado. Nunca pensaste que ella te abandonaría y que conseguiría lo que tú siempre ansiaste. Ahora nos vamos a casar. Así que solo quería darte las gracias por habérmela presentado, capullo. 


Ilustración de Alice Wellinger

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué hace un bolchevique cuando se zambulle en el Mar Rojo?

Ensoñación (anti)capitalista

Chicago en llamas