Reach out and touch faith
Más vale tarde que nunca... espero que os guste la tercera parte, y final, de esta entrañable familia. ¡Va por ti petita!
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Irvine y yo hemos vuelto - me digo en voz
alta frente al espejo, sin poder creérmelo del todo. Y realmente no creo que
este conmigo por que esa simple camarera lo haya rechazado, si no porque he
sabido utilizar mis armas de mujer. Una a una, como si de un precioso regalo se
trataran, con delicadeza y esmero, he ido utilizando cada una de mis
fabulosas habilidades. Si, y lo conseguí, lo engatusé, lo atrapé y lo
seduje, y ahora es total y completamente mío. Termino de ponerme el
maquillaje y sonrió feliz, verdaderamente feliz. Ahora estoy completa, no
necesito nada más. Aunque todos piensen que esto es una mentira, una fachada
para salvaguardar nuestra alta reputación, es totalmente cierto. Nos queremos.
Irvine ha vuelto a mi lado y es el momento de que vivamos otra luna de miel
juntos. Incluso estoy pensando en que deberíamos renovar nuestros votos
matrimoniales. Pero poco a poco, que él es muy suyo y ahora tengo que
mimarlo más que nunca. Salgo del baño desnuda y comienzo a ponerme crema
hidratante por todo mi cuerpo delante suya, él esta tumbado en la cama,
absorto, con la mirada fija en las cortinas doradas de nuestra habitación.
- ¿Qué te ocurre querido? - le digo
mientras me extiendo la crema sensualmente. Este truco no puede
fallar, seguro.
- Que has conseguido quitarme el apetito
en este mismo instante, con tú nauseabundo espectáculo cremoso-mañanero.
¡Patético! - me dice cruelmente. Yo se que no lo hace con mala intención, es su
carácter, fuerte y destructor. Pero me quiere, y además, adoro su faceta de intelectual
amargado - Así que si me haces el favor de "repararte" en otra
parte, me harás jodídamente feliz. Estúpida foca - susurra enojado.
No le hago caso y sigo aplicándome todas
mis lociones frente a él y, una vez están bien absorbidas, camino inocentemente
hasta la cama y me tumbo a su lado. Ni siquiera me mira, pero yo le giro la
cara y le beso. Él se deja hacer. Se queda quieto, como un muerto y yo le beso
como una loca enamorada. Siento como un calor profundo se apodera de todo mi
cuerpo y me subo sobre él, lista para la acción. Él me aparta violentamente y
me espeta a la cara - ¡Pero tú quien coño te has creído que eres vieja
simplona!. No soy un muñeco hinchable que puedas usar a tú antojo - me dice
rompiendo a llorar. Creo que es la primera vez que lo veo llorar, ni cuando
murió su madre y su hermano, en aquel accidente de moto tan atroz. Parece
un niño grande dolido, verdaderamente dolido. Se comporta como si le hubieran
arrebatado una golosina o lo hubieran castigado sin poder jugar con la videoconsola
en varios meses.
Me levanto de la cama rápida, me pongo una
bata de seda y lo abrazo con cariño. Le acaricio la cabeza, pasando mis
dedos por su corto pelo canoso y le susurro al oído - Todo va a ir bien
cariño. Todo pasó, ya estamos juntos, como debía de ser desde el
principio. Lo eres todo para mí, como yo lo soy todo para
ti querido. Te amo con locura amor mío - Él comienza a llorar más,
ahogado en un llanto espantoso, que no se puede describir con
palabras.
Yo ya no soy yo. Ya
no me siento como era yo. Ahora soy un extraño. Un funesto perdedor. Un
cabizbajo gilipollas que ha vuelto a su casa, con su alelada ex-esposa. Ya no
soy es envidiable Don Juan que se camelaba a todas. No, ya no soy ese cretino
mordaz, solo soy un simple vegetal, un Don nadie sin importancia, uno más del
montón, como mi absurda Danielle. Apesta, esta situación apesta a kilómetros, y
ahora uno no sabe ni por donde empezar para cambiar este mogollón de estiércol
que lo hunde como a la plebe ordinaria y vulgar. ¡Puta Carmen!. Al
menos ya no esta con ese palurdo cachitas que tenía como novio, pero la
muy guarra cambia de novio como de bragas, porque ahora lo veo siempre con un
pseudo intelectual, con sus inseparables gafas de pasta, que le recita poemas
de Virgilio y le lee odas de Ovidio y Horacio. Puto cerdo acabado, que blasfema
a Catulo con sus incoherencias. Da asco escuchar lo que su insoportable bocaza
suelta. Imperdonable.
- Lo siento Lord, pero ya no podemos estar juntos. A vuelto el hombre
a casa y debo de cumplir con mis obligaciones de fiel esposa. Te he cogido
mucho cariño pero Irvine no te soporta. Dice que haces un ruido espantoso
cuando comes y que me miras cuando me cambio de ropa. Creo que tiene celos
hasta de un roedor. ¡Mira que esta mal el pobrecito!. Lo siento, pero
será mejor que ya no vivas con nosotros. Ahora eres libre. ¡Imagínate todo lo
que puedes hacer en esta gran ciudad!. Serás como el ratoncito de esa película,
¿como se llamaba?. ¡Ah sí! Stuart Little... quizás también conduzcas un coche
como él. Te quiero bichito - le suelto un enorme discurso intentando quitarme
la sucia culpa que me corroe por dejarlo tirado en la calle.
Cae una lluvia a mares y el tinte rosado de Lord forma un charco
de un color sanguinolento en la calzada. No miro atrás. El roedor se queda
perplejo, o eso pienso yo, pues he notado en sus ojos una mirada de sorpresa y
odio. Jamás me perdonaré por ello.
- ¿Qué tal te ha ido la entrevista
que tenías hoy? - me pregunta Trixie nada más entrar en casa, levantando la
vista de la montaña de papeles y manuales con los que esta lidiando día y
noche. Cierro la puerta con cuidado y dejo caer mi cuerpo, como un peso muerto,
sobre el sofá. Tiro el aliento en un suspiro largo, lleno de un cansancio
extremo.
- Bien... me han cogido. Comienzo este
miércoles a las nueve de la mañana. Justo trabajaré en la librería donde
mi padre presentó ese libro egocéntrico, cargado de
sátira y desfachatez política, sexo burdo y nauseabundo y ese toque
de inteligencia propia de él.
- Que presentó ¿su autobiografía? -
me dice sonriendo. Ambas comenzamos a reírnos como locas, unas carcajadas
potentes y sanas. Incluso se nos saltan las lágrimas de lo mucho que estamos
riendo. Trixie se levanta de su cárcel estudiantil, conocida como escritorio y
se tumba, aún más exhausta que yo, sobre mí. Nos quedamos quietas, mirándonos a
los ojos. Por un instante se me cruza la idea de besarla. ¿Por qué tengo que
pensar en ello?.
- Tengo sueño y tú eres una cómoda
almohada. Así que... - me dice cerrando los ojos e ipso facto, durmiéndose. La
miro dormida sobre mí, con la babilla mojando mi camisa blanca. Esta preciosa.
Me quedo inmóvil, no quiero molestarla mientras duerme. Cierro los ojos y me
quedo dormida junto a ella.
Desde que Lord no esta en casa Irvine tiene una actitud más amable
conmigo, cosa que me sorprende. No lo había visto así en mi vida, quizás una
vez... si, el primer día que lo conocí. Me trabajo a conciencia para que
me cayera de rodillas, rápidamente, entre sus piernas. Era el primer pene
que veía, a excepción del de mi hermano, y recuerdo que me asusto. Tan duro y
erecto, pero a la vez me provoco cierta ternura. No se por que, pero me gusto
que me obligará a lamerlo, agarrándome la cabeza como si fuera una naranja
sobre un puntiagudo exprimidor. Me desinhibí como jamás lo había hecho.
Entro en CH, un tanto acalorada por mis divagaciones, y busco un vestido
para la cena benéfica que tengo dentro de tres días. Yo soy la anfitriona,
como de costumbre planee todo el evento. Tengo una vida social un tanto ocupada. Pero
es que esta vez no he tenido ni tiempo para comprarme el vestido ni los
tacones, con tanta atención sobre Irvine se me ha ido el santo al cielo.
Han sido tantos cambios que no he tenido tiempo para mis cosas. ¡Ni siquiera
tengo cita en la peluquería!. Maldita sea.
Sigo sintiéndome
patético. ¿Quizás este maldito?. Yo no creo en esas chorradas mágicas, la
santería o la brujería, o el frikie vudú, pero es que me he acostado con tantas
hembras a lo largo de mi vida, que alguna debe de haberme usado
de cobaya para sus experimentos, estoy completamente seguro. Hoy ni si quiera
se me levantó cuando Danielle se lanzó sobre mí en busca de guerra, y yo quería
darle lo suyo, llenarla de lo lindo con mi espeso esperma, pero no he sido
capaz de tener una mísera erección, yo, quien se ha follado desde los chochos
más tiernos de edad a los más maduros, en casa de extrema urgencia. No se
que pasa conmigo, pero esta situación es desesperante.
Me despierto aliviada después de una siesta reparadora, que solo ha
durado cinco minutos, y veo que Ámbar también se ha quedado frita. Se ve
que ella hacía bien de almohada y yo de manta. Me quedó mirándola un momento y
recuerdo como hace un par de semanas se retorcía de placer en su cama pensando
que la lengua que perforaba su clítoris era la de su novio
extremadamente gilipollas y no la de su enamorada amiga que vive con ella.
Me levanto con sumo cuidado, cojo la manta que hay en el otro sofá, la
cubro y la dejo dormir tranquila. Tiene una expresión de lo más pacífica
cuando duerme. Me encantaría meterme en su mente y ser parte de sus sueños.
¿Quizás, en su mente, podría decirlo lo que siento?.
Me traslado a la mesa donde dejé mi consciencia y me pongo a trabajar.
Esto del proyecto de fin de master es más complejo de lo que me imaginaba. He
perdido seis kilos desde que comencé, entre los nervios y el mal comer, me
estoy quedando incluso más escuálida que Ámbar. Por suerte, ella no está
preocupada por esto. Suena el móvil, es Marcos.
- Hola Marcos - susurro dirigiéndome a la cocina.
- Ey, ¿que pasa?, ¿por que hablas tan bajito?.
- Nada... ya puedo hablar normal - digo recuperando mi tono de voz -
Es que Ámbar se ha quedado dormida en el sofá y no quería despertarla. Dime,
¿que quieres?.
- Estoy en el súper y quería saber si preferís vino blanco o
tinto para esta noche.
- Blanco - digo con sorpresa. No recordaba que habíamos quedado esta
noche y menos para lo que habíamos quedado.
- Bien, pues nos vemos a las 21h entonces. ¿Queréis que lleve algo
más? - me dice con una voz que se le escapa aguda por los nervios.
- No, no hace falta nada más – respondo seca.
- Bien, pues hasta... - le cuelgo antes de que termine y me cubro la
cara con las palmas de las manos. Retengo un grito que se pierde en mi
mente, aturdiéndome más de lo que estaba antes.
Salgo disparada al comedor y despierto, de forma agresiva, a la bella
durmiente.
- ¡Ámbar, ha llamado Marcos! - le digo gritando mientras la sacudo
violentamente.
- ¿Y que?, ¿que quería? - me dice bostezándome y dándose la vuelta en
el sofá.
- Pues si traía vino blanco o tinto para esta noche.
Ámbar se levanta de golpe y escupe el grito que yo había escondido en
mi garganta. La habitación retumba por segundos en un zumbido desgarrador.
- ¡No me jodas!. ¿Al final lo vamos a hacer?.
- Pues se ve que sí, después de dar más y más vueltas al tema
decidimos que lo íbamos a hacer.
- Pero no puede ser... estábamos borrachas. Hay que echarse atrás.
- También dijimos que no era escusa, y que estaríamos borrachas hoy
también.
- Así que hoy... es decir, esta noche... - se le atascan las palabras
en la boca - vamos a hacer un trío.
- Sí, se ve que sí.
Nos quedamos calladas, mirando el televisor apagado. No me puedo creer
que llegáramos a quedar en que lo haríamos. No me lo puedo creer.
- Quiero rejuvenecer. Lo quiero ser todo para Irvine. Así que
esta son mis últimas intervenciones quirúrgicas - le digo a Jim, mi
cirujano.
- Estas haciendo lo mejor Danielle. Los estragos de la edad empiezan a
notarse en tú delicada piel. Y poco a poco Irvine dejará de tener el mismo
interés en ti. Ya sabes, las jovencitas cada vez están con tipos más maduros
- me dice seriamente. Que razón tiene -La edad transcurre de forma
distinta entre hombres y mujeres. Vosotras estáis en vuestra plenitud a partir
de los veinte hasta los treinta, treinta y cinco como mucho, eso
las más afortunadas, y nosotros, somos irresistibles a partir de los cuarenta
en adelante. Por eso, es recomendable en todas las mujeres, la cirugía
estética.
- ¡Oh Doctor!. Quiero hacerme el kit completo. Empezando por la cara,
botox y algo con la dichosa papada. Después quisiera ponerme una tallita más de
sujetador, una lipo, subida de nalgas y con extrema urgencia mis rodillas, no
me gustan, las odio, quisiera que fueran más como las de Nicole Kidman,
¿entiendes lo que te quiero decir?. ¡Ah! sobretodo, extermine a cada una
de las arrugas que viven en mi piel. Y como guinda final, quisiera recomponerme
el himen. ¿Que le parece? - le digo ilusionada. Supongo que el debe de estarlo
más, pues me voy a dejar una millonada en la clínica, pero vale la pena y los
resultados serán maravillosos.
- Perfecto. Le anoto el rostro para el lunes, lipo, pecho y
nalgas para el miércoles y el viernes arreglamos esas rodillas de anciana
- me dice señalándolas. Yo alargo mi falda ocultándolas - La reconstrucción de
himen te la puedo hacer hoy mismo.
- Bien, quiero ser totalmente nueva.
- Vas a quedar como aquel esperado regalo debajo del árbol en navidad.
Esta tarde no he podido concentrarme en nada, después de Trixie me ha
dicho lo del trío me he quedado, no se como me he quedado, pero no puedo
creerme que vaya a ocurrir esta misma noche. No me lo puedo creer, es muy
fuerte. Pero no se, todos lo habíamos acordado. Y que mejor que con mi mejor
amiga y mi mejor amigo. No se, ya los he visto desnudos a los dos, están muy
bien, pero... ¡no!.
- Trixie, ¿que haces? - le grito desde mi cuarto. Yazco sobre mi
cama, como si no tuviera vida.
- ¿Pues que crees que estoy haciendo capulla?. Alguien tendrá que
preparar la cena para esta noche - me dice estresada. Cierto, no había pensado
en eso. Con tanto nervio se me ha quitado completamente el hambre.
- ¿Quieres que te ayude? - le digo con voz quejosa.
- No estaría mal que levantarás tu culito de esa cama blandita y me
echaras una mano. ¡Al menos podrías fregar los platos de ayer por la noche que
aún siguen en la pila, y no son míos!.
- Bien, ya voy... si insistes… - digo entre risas. Si no le quito un
poco de hierro al asunto me va a dar algo. Me levanto de la cama y cojo un par
de paracetamoles, me los trago sin agua y me desnudo frente al espejo. Me miro
un rato, espiando cada rincón de mi cuerpo. Siempre que hago esto pierdo la
noción del tiempo. Cuando miro el reloj son las 19h pasadas. ¡Mierda!. Miro en
mi armario que ponerme y no se ni por donde empezar. ¿Una que se pone para
un trío?. Puff... demasiado. Esto es demasiado. Cojo el vestido rojo que tanto
le gusta a Trixie y lo dejo sobre la cama. Salgo pitando hacía la ducha y veo
que Trixie se ha sumergido de nuevo en el estudio. Me doy una ducha larga, pues
la necesito. Cuando salgo de la ducha, a hurtadillas, no quiero que Trixie me
escuche, ya solo queda tres cuartos de hora para que llegue Marcos.
- ¿Y esa ayuda, viene en camino o se ha perdido en el baúl de las
buenas intenciones? - me dice Trixie regañándome. Esta chica tiene el oído más
agudo que he conocido en mi vida, a diferencia de mí, que a veces pienso
que necesitaría un sonotone.
- Hem... si, si, ya voy - ya sabe que no saldré hasta que llegue
Marcos. Me seco bien todo el cuerpo y me embadurno con crema corporal de coco.
Me quedo tumbada sobre la cama, dejando que la crema penetre en cada uno de los
poros de mi piel. Me levanto activa y enciendo la música. Desnuda bailo
frente al espejo con un cigarro apagado. Me encanta fumar, pero no el mal sabor
de boca que tengo después. Además, hoy no procede saber a cenicero. Trixie
golpea la puerta. Me sobresalto y oculto mi cuerpo con vergüenza, bajo mis
pequeñas manos.
- Ya ha llegado Marcos. Así que deja de bailotear en bolas frente al
espejo y ven al comedor - me dice la muy zorra. Ni siquiera esta dentro del
cuarto y ya sabe lo que estoy haciendo.
- Vale, salgo en un momento - le digo cesando mi baile.
Me visto con prisa. Me calzó unas sandalias de tacón y me maquillo un
poco, bastante discreta. Salgo del cuarto con pasos ligeros. Oigo como Marcos y
Trixie están riéndose de algo. Entro en el comedor. Marcos se ha puesto un pantalón
de vestir azul marino y una camisa blanca. Lleva una corbata muy sencilla color
lavanda. Trixie va igual que esta mañana. Sus adorados vaqueros desgastados
y una camiseta de tirantes malva. Solo se ha soltado el pelo y se ha
pintado los labios de rojo.
- ¡Madre mía Ámbar!. Estas guapísima - me dice Marcos.
- Gracias - le respondo vergonzosa. Me acerco hacía ellos y me siento
en medio. El silencio acaba de destruir lo poco que me queda de valor para
hacer el trío.
- Pongamos música –dice animado Marcos, rompiendo el frío hielo de la
sala. Se levanta de un salto y se acerca a la mini cadena.
- Me encanta como te queda ese vestido. Estas preciosa Ámbar – me
dice Trixie mirándome a los ojos.
- Tú si que estas guapa. Es envidiable que sin arreglarte nada estés
siempre tan guapa – Trixie se sonroja y se levanta del sofá, dejándome sola. En
este preciso momento el sofá me parece enorme, y siento que me hundo hasta el
suelo.
- ¿Qué os parece si pongo a Depeche Mode? – pregunta Marcos
cotilleando nuestros cds.
- Pon lo que quieras, a mi me da igual – responde Trixie mientras
llena tres copas de vino blanco. Se acerca al sofá, me da una de las copas,
deja la de Marcos en la mesa y bebe un sorbo de la suya – Muy bueno el vino
Marcos.
- Me encanta como huele – digo yo olisqueándolo como un perrito.
Siempre he querido hacer algún curso de enología.
- Brindemos – dice Marcos acercándose al sofá y sentándose entre
nosotras – ¡Por vosotras! – dice con escurridizo énfasis.
- ¡Por los tres! – digo yo. Chocamos las copas y bebemos un largo
sorbo, pero aún así se me hace interminable el tiempo bebiendo la copa.
Apuramos hasta la última gota de los vasos.
- ¿Sirvo otra? – pregunta Trixie levantándose de un alterada.
- Sí, será lo mejor – respondo yo.
- Ahora me toca hacer el brindis a mí – dice Trixie caminando con las
copas en la mano con dificultad. Las reparte y se sienta - ¡Por la amistad! –
dice sonriendo.
Nos bebemos la botella de Marcos en diez minutos y sacamos otra que
teníamos nosotras para alguna ocasión especial. Una de las botellas de gran
reserva que cogí de mi casa antes de marcharme. Esas botellas valen su peso en
oro. El alcohol nos suelta un poco y comenzamos a reírnos y abrazarnos más
tranquilos. Suena Personal Jesus de
fondo.
- ¡Bailemos! – grito yo emocionada – Adoro esta canción – Me levanto
del sofá y comienzo a bailar delante de los dos. Ambos se quedan quietos mirándome,
embobados. Me acerco a Marcos provocativa y le tiendo una mano. Se levanta y
comienza a bailar conmigo muy pegados. Me abraza por la espalda. Le hago señas
a Trixie de que se levante y ella se queda quieta, bebiéndose su copa. Una vez
acaba la suya coge la de Marcos y acaba con lo que queda. Me acerco a ella y la
agarro. Bailamos los tres juntos, sintiendo la música. Cierro los ojos y me
muevo en un vaivén sin cese.
- ¡Reach
out and touch faith! – cantamos todos al unísono. Comenzamos a reímos como locos y nos tiramos en el
sofá. La música sigue sonando.
De golpe, Marcos me suelta un beso que me deja loca. Comenzamos a
besarnos lentamente y poco a poco subimos el ritmo. Después pasa a Trixie. La
besa con cariño. La situación es más excitante de lo que me imaginaba. Marcos
nos junta a mí a Trixie y nos quedamos mirándonos. Tiene los ojos más bonitos
que he visto en este mundo. Acercamos nuestras cabezas lentamente, teniendo a
Marcos en medio de nosotras, la beso, me besa, nos besamos. Me encanta el sabor
de sus labios. Marcos nos separa y me vuelve a besar. Yo miro de reojo a
Trixie, que se queda quieta sin hacer nada. Marcos comienza a quitarse la
corbata y a desabrocharse la camisa. Nosotras nos quedamos igual. Trixie se
levanta y se va a la cocina.
- ¿A dónde vas?, ¿va todo bien? – le pregunta Marcos.
- Sí, solo necesito un vaso de agua. Vuelvo enseguida – dice
excusándose. Yo se que miente. Cuando miente las aletas de su nariz se mueven
nerviosamente.
- Voy contigo – le digo yo – que también estoy seca. Marcos,
espéranos aquí – le digo dándole un beso en la mejilla.
Entramos en la cocina en silencio. Trixie coge dos vasos y los llena
de agua. Me pasa el vaso sin mirarme a la cara y bebe agua en silencio.
- ¿Qué ocurre? – le pregunto levantándole la cara y obligándole a
mirarme los ojos.
- Que no estoy segura de seguir adelante con esto.
- ¿Por qué?. Lo estamos pasando muy bien – le digo
sonriéndole.
- Por que no quiero compartirte con otro – me dice. Me
quedo helada. No se que decirle.
- ¡Chicas!, ¿vais a tardar mucho? – pregunta Marcos desde
el comedor.
- No – responde Trixie bruscamente – Salimos ya, espera
un momento – se sirve otro vaso de agua – Bueno, ¿no vas a decirme nada? – me
pregunta con los ojos llorosos. El hecho es que sigo sin saber que decirle. La
empotro contra la pila y la beso. Se le escurre el vaso de la mano y se hace
mil añicos en el suelo. Nos besamos como locas. Me agarra la cabeza con fuerza
y me sostiene entre sus brazos. Siento que me evaporó y floto.
- ¿Estáis bien?. He oído un ruido… - dice Marcos entrando
en la cocina. Va completamente desnudo. Trixie y yo nos separamos y esta
intenta rehuir pero yo la cojo de la mano.
- Si, solo es un vaso roto. Tranquilo.
- Ya, ya veo. Oye chicas… siento que sobro. Esto me
parece más una fiesta de dos que una de tres… así que decirme la verdad, ¿vamos
a follar o qué?.
- Creo que no – respondemos las dos a la vez - O al menos
no contigo – nos reímos las dos.
- Bien, pues voy a vestirme. Ya quedamos otro día y la
próxima vez que se nos ocurra algo como esto, descartamos la idea desde el
principio.
- Me parece genial – le digo yo sinceramente – Creo que
este entre amigos no funciona.
- Ya… pero entre amigas puede que sí.
- Quien sabe – dice Trixie.
Marcos se va a su casa. Trixie y yo recogemos la cocina,
quitamos los cristales rotos del suelo, guardamos la cena que no ha sido comida
y nos sentamos en el sofá a tomarnos la última copa de vino.
- ¿Quieres bailar? – le pregunto.
- Vale. No quiero ir a dormir aún.
Nos ponemos a bailar de nuevo. Y bailamos durante horas,
el mismo cd, la misma canción atascada, en un abrazo interminable. No se que
ocurrirá entre nosotras, pero jamás me había sentido tan bien.
- No puedo creer que nos haya dejado. Mi adorable hermana fue una
excelente madre, una cariñosa esposa y una comprensiva amiga, y por ello le
brindamos este acto, lleno de amor y tristeza. Nos duele el paso del tiempo,
que nos arrastra poco a poco a la muerte, pero somos felices por los recuerdos
y la vida compartida. Danielle, tú familia y tus amigas nunca te olvidaran. Te
quiero hermana - lee Joline conteniendo las lágrimas. Esta mujer siempre
muestra una serenidad asombrosa hasta en las situaciones más difíciles o
extremas, como se nota que se dedica a la política. Ella era la hermana lista,
la otra la colagenada.
Adoro los entierros, creo que en ellos puedes observar la
verdadera cara de la gente que te rodea, además de que siempre hay
sorpresas colosales en cada esquina, porque te encuentras un centenar
de tías buenas que quieren ser consoladas por el dilema
trágico de la muerte de sus mariditos, sus padres o hermanos o las amigas de
las que están de entierro, pues sienten tal empatía que están destrozadas y tú
debes de comportarte como un gentil caballero y ayudarlas en ese fatídico
momento.
Yo fantaseo a veces con mi propio entierro. Primero la danza
fúnebre que me llevará hasta la iglesia, por supuesto sonora My way de
Frank Sinatra, allí me visualizo impoluto, en mi tumba de terciopelo rojo
abierta. Leerán mis palabras que dejaré preparadas. Escribiré sobre mi carrera,
mis libros, el dinero, mis mujeres hermosas y sobre mi rotundo éxito en esta
amarga vida. Las mujeres peregrinaran, como lugar de culto, hasta mi mausoleo,
y lloraran con el corazón en las manos, partido en mil añicos y todos
se morirán de envidia, porque hasta muerto seré el número uno. Solo de pensarlo
una sonrisa bobalicona inunda mi cara.
- Hola Irvine, ¿cómo estás? - me pregunta Joline educadamente.
Esta haciendo la ruta de los familiares, como buena anfitriona que es de dicho
evento.
- Hola Joline. Grandioso discurso - le digo irónicamente. Ella
asiente agradecida - Estoy bien, no te preocupes por mí. Lo importante es,
¿cómo estás tú, preciosa? - le digo pasándole un pañuelo. Ella se seca las
lágrimas contenidas y respira profundamente.
- Estoy bien Irvine, solo que aún me cuesta creerlo. Hace un par
de días comíamos langosta juntas y hoy... - solloza en silencio.
- Se la comen los gusanos - le espeto a la cara.
- Exacto. Basta de andarnos por las ramas. Danielle a muerto -
dice en voz alta, como para autoafirmarse de sus palabras – A muerto por su
terrible obsesión con la belleza. Por querer ser quien no era - Unas finas
lágrimas le arrastran el rimel por las mejillas. Cojo otro pañuelo y
le limpio con delicadeza sus pálidas mejillas. Ella se sonroja - Gracias
Irvine. Voy a ir al baño un momento para refrescarme y arreglarme el
maquillaje. Aún queda mucho día por delante y mucha gente con la que tratar, y
tengo que estar al nivel de estas circunstancias.
- Tranquila Joline. Yo me ocupo de ellos mientras tú te ausentas.
No te preocupes.
- Eres un encanto Irvine. Gracias por todo.
Esta snob llorona mueve su culo hacía otro lado y yo me quedo
meditabundo, observando a la gente.
Por fin veo a mi hija, junto a su amiguita Trixie. Van cogidas de
la mano. Calladas y serias. Parece que no ha derramado ni una sola lágrima por
su madre. Esta como ausente. La muy cabrona ni me mira, sabe que la estoy
mirando, pero como si nada. En fin, lo que yo predije, esas dos están liadas,
se ve a leguas lo que pasa entre ellas, pero a mi ni me va ni me viene, la
rubia pasó de mí (y eso es imperdonable, pues cometió un gravísimo error) y la
mía me pone enferma con sus gilipolleces de niñata. Pero la echo de menos… en
el fondo es una buena cría. Pero no me necesita… y yo a ella… ¡tampoco!.
Prefiero trasladarme hasta los baños donde esta la dolida Joline,
ya se las apañaran por aquí fuera este grupo de mentecatos sin alma.
- Knock Knock - le digo a Joline esperando en la puerta del baño.
- ¿Quien es? - me pregunta ella con la voz quebrada.
- Abre preciosa, soy Irvine.
- ¡Oh Irvine! - dice entre sollozos cuando abre la puerta. Entro al baño con ella - Tengo que ser fuerte y no llorar, tengo que guardar las apariencias y cuidar las formas. Tengo que saber estar en esta situación. No se que podrán... - le freno la verborrea incesante que paria por su pequeña boca con un beso y noto como todo su cuerpo se relaja y pierde el peso de esa fría tensión que se apoderaba de ella por segundos. No me rechaza, me besa apasionadamente, empotrándome con la pila verde musgo del baño. Siento compasión por ella. Además, esta tremenda con el maquillaje corrido y con esa carita de niña débil que necesita ayuda. Hare lo que desee, pues lo que desea es muy sencillo y es: a Mí, al único e inigualable Welsh. ¿Quien lo iba a decir?. Creo que se ha roto la maldición, pues ahora siento que puedo partir ese coño hermoso en dos.
Hola!
ResponderEliminarQué final tan triste para la pobre madre... como en la vida real, salen ganando los que menos se lo merecen. Menuda la hermana, en pleno entierro tirandose al marido de su hermana, fantástico jeje. Buen final, sobretodo la última frase de "partirle ese coño hermoso en dos" jaja solamente a tí se te ocurren esas frases, no me quiero imaginar qué le diras a tú chico :-P
Bueno voy a ver si escribo algo de una vez por todas, pero no se qué me ocurre que me pongo delante del ordenador con intención de escribir algo y no me salen las palabras, pero bueno esta noche me pondré a ello.
Por cierto, gracias por avisarme del relago pero curiosamente cuando ya estoy avisada si que me aparece en las novedades del escritorio.
Un besote!
Acabo de leerlo cenando,
ResponderEliminarhacia tiempo que no leia nada tuyo y ya era hora, menos mal que la 1º y 2º parte ya me las había leido, sino hubiera ido muy perdida.
para estar dividido en 3 partes me gustó mucho. Como ya te dije, no me suelen gustar las cosas que van en partes (tanto peliculas como relatos o libros, así como el padrino, definitivamente me quedaría con la 1º parte siendo las dos prieras partes muy buenas (la tercera no la he visto) pero es un buen final, me esperaba algo peor como ya te dije).
en conclusión me sorprendiste. Me gustó sobretodo tu final aunque ha excepcion de la muerte, ha sido un poco predecible por lo menos para mi, aunque no por ello a dejado de gustarme ^^
Bueeeno por fin se ha terminado la historia de esta familia, espero...porque ya ha durado suficiente
ResponderEliminarA ver me gusta que por fin arregles las cosas entre las 2 chicas, aunque me da un poco de pena marcos, al pobre lo dejan con la miel en la boca jejejeje, pero bueno.
No me esperaba para nada que mataras a la mujer y menos por las operaciones esteticas, y lo que no me gusta es que el tio asqueroso acabe bien, yo no se andrea pero yo te mataria por eso, ese asco de hombre no deberia tener un final feliz, deberia haber muerto el en vez de la mujer.
Y bueno puees eso es todo,
hasta la proximaaa ;)
Buen final... o no :D. Me ha gustado como acaba, sabía que algo le pasaría a Danielle, pensaba que tal vez se le deformara la cara o se le cayera un pecho, pero algo le tenía que pasar.
ResponderEliminarAhora creo que por el bien de todos deberías escribir una cuarta parte, y ya que Danielle ha muerto, puedes escribir las aventuras de Lord :D.
Te quierooo
Nena, nena, nena, ya sabes que tienes rapapolvo.
ResponderEliminarLa pobre mujer muere consecuencia de los deliciosos deseos estéticos patriarcales y capitalistas, aunque la pobre no se merecía eso, sino encontrar a una buena persona que la quisiera, pero a veces una está tan enganchada a cierta droga que no hace más que robar televisores (en este caso operarse una y otra vez, cual Cher) una y otra vez en busca de un pico más (en este caso un poco más de sucio pene).
Él, bueno, que decir, lo tiene todo y desgraciadamente los finales no son siempre felices para quien los merece así y viceversa; es un tío con éxito y en un mundo fanático calvinista está iluminado y señala por Dios para convertirse en su predilecto, sea lo infame que sea, si tienes dinero, éxito y poder lo tienes todo nena incluso el cielo, para que luego hablen de Satán.
Pero, lo que no te permito es que me prometieras un buen polvo entre las dos pericuelas y, además de no escribirlo y EXPLICITARLO, vas y me metes un pene entre las dos?!?! Pero de què vas?!? Por lo único que me alegro es que él capullo se quedara con las ganas de su "espectaculo lésbico"! Pero, NO NO NO me debes OTRA! y esta vez EXPLICITAMENTE DE VERDAD!!
He dicho.