Hoja de otoño

- Siempre usaba hojas secas para hacer sus cigarrillos. Mi abuelo, Ernesto Corona, se ponía las botas en los jardines y parques, cogiendo hojas del suelo y mezclándolas con su tabaco. Se llenaba los bolsillos de su gabardina, hasta no poder más, además de todas las bolsas de tela, tejidas por mi mañosa abuela, también hasta los topes. Se hacía unos fabulosos pitillos con un aroma evocador al otoño. ¡Deliciosos!. En su casa había sustituido la antigua sala de revelado de fotos para instalar una de secado de hojas. Antes amaba hacer fotos a los árboles y, después, pasó a dedicarse a desnudarlos con delicadeza, para después fumárselos con su oscura pipa de roble. Incluso había comenzado ha hacerse su propio papel de fumar. ¡Todo un genio fue este hombre!. Mi abuela Isabella murió hace cinco años y fue desde entonces cuando mi abuelo dejó su auténtica pasión, la fotografía, pues su musa querida yacía bajo tierra, abonando las tierras sin vida del cementerio y otorgándole a las plantas su dulce sangre revitalizadora. Mi abuelo siempre me dijo que su último cigarro procedería del naranjo que está sobre la tumba de mi abuela, el cuál se nutre de su esencia. Ese sería su último veguero, con sabor a cítrico sabroso, y sentiría los besos robados, por la muerte, de su bella esposa, bajo la sombra de ese árbol majestuoso. Decidió que sería así, que después de llenarse los pulmones de ese humo exquisito dejaría de vivir, esfumándose como el humo en el aire, como las cenizas muertas que cruzan el cielo invisibles. Y así, sin más, se fue. - Suzanne solloza y respira.

Al terminar el tierno epitafio de su abuelo, todos lloran conmovidos por la anécdota contada por su única nieta. Suzanne siente que ese día va a ser interminable y piensa que no va poder superarlo de una sola pieza. Sale fuera de la iglesia y saca la pitillera de su abuelo. En la cubierta están gravadas sus iniciales en un suave tono bermejo. Dentro de ella tiene un par de deliciosos cigarros con aroma a canela. Enciende uno y cierra los ojos, divisando el rostro de su abuelo, con cada una de sus profundas arrugas, sus lunares y pecas curiosas como él mismo, su larga barba canosa y sus diminutas orejas paliduchas. Esos ojos claros, como el océano cristalino y sus labios secos, de un intenso color rosado. Suzanne se queda inmóvil, con los ojos sumergidos en lágrimas silenciosas, y recuerda su primer cigarro.

- Suzanne, eres muy joven para fumar, pero si insistes, es mejor que fumes uno de mis cigarros - dice Ernesto preparándole un pitillo de hojas de mora y menta.

- Abuelo, no soy tan pequeña, ¡ya voy a la universidad!- dice protestona.

- Ya sabes que para mí siempre serás una diminuta niñita - dice con una suave sonrisa.

Se mete ambos cigarros a la boca, los enciende y chupa ese humo grato. Le pasa a su nieta el cigarrillo. Suzanne le da una corta calada y, siente como si una nube de frutas del bosque mentoladas, se deslizara por su virgen garganta. Suzanne le dirige una sonrisa cómplice a su abuelo. No quiere que pase el tiempo. No cambiaría ese instante de tiempo por nada.

Cuando Suzanne abre los ojos, observa el mundo gris que la rodea. Un cielo sin brillo, un aire denso y molesto y una lluvia que a penas siente que la moja. Siente el espíritu vacío, pero le pesa el alma. Suzanne camina ausente, hasta la tumba de su abuela. Se sienta en el suelo mojado, y acaricia la tierra húmeda. Sumerge sus dedos en ella, hasta cubrirlos de barro. Deja caer su tronco al suelo, y se ríe, furiosa, del cielo.
Enciende el último pitillo de su abuelo y cierra los ojos, sin querer volver a abrirlos nunca más.

Comentarios

  1. Hola, ¿cómo van las fallas?

    Muy emotivo tu relato, tanto por el amor que siente Suzane por su abuelo o por el amor de éste por su mujer, y lo mejor de todo es que en ambos casos has sabido explicar con delicadeza y profundidad la pasión de esos sentimientos.

    Bueno, me voy a cenar y a disfrutar del penúltimo día de fallas. Un besazo!

    ResponderEliminar
  2. hiiii

    ya lo e leido, obiamente ¬¬
    bueno muy bonito y como dice laumel muy emotivo
    es corto pero aun asi expresa muy bien los sentimientos de ella
    aunque es un poco raro usar las hojas de los arboles para eso pero bueno
    buen trabajo
    y hasta la proxima

    ResponderEliminar
  3. Hola!
    Tampoco te creas que me encanta mago de oz, la verdad es que no he ido a ningún concierto de ellos y las únicas canciones que conozco son "fiesta pagana" y "la rosa de los vientos" (la de mi entrada), aunque lo cierto es que la primera no me gusta mucho.

    Pues las fallas muy normalitas porque tuve prácticas hasta el jueves pero al menos los tres días que pude disfrutar de la fiesta (jueves, viernes y sábado) me lo pasé muy bien.
    ¿Y a ti cómo te fueron? ¿La universidad cómo va?

    Bueno pues espero que subas algo pronto, que entonces yo haré lo mismo jeje. Hasta la próxima.

    ResponderEliminar
  4. Oh!! ^^ Me ha gustado... es tierno y a la vez agresivo cuando te das cuenta de que como lector... sólo podrás sentir algo así... leyendo y no porque al vivir tu vida real hayas llegado a amar tanto a alguien que todo tenga un sentido... o un sin sentido como el del relato.
    Muy bonito Esther.
    ^^ ojalá y todos los cigarros fueran como ese de frutas del bosque...!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿Qué hace un bolchevique cuando se zambulle en el Mar Rojo?

Ensoñación (anti)capitalista

Chicago en llamas