Nuestro camino sin retorno

Fernando se resguarda en un cajero, situado cerca del club de tenis de Valencia. La noche es fría, tan fría que no siente su cuerpo. Dentro del cajero hay una anciana con dos perros. Los perros comienzan a gruñir, nada más pone él, un pie en el cajero. Fernando se echa hacía atrás, golpeándose con la puerta, que queda tras él cerrada, atemorizado. Los perros, agrestes, se encaran contra él, y este tiembla asustado. Parece un flan apunto de desintegrarse. Desde que tiene memoria le dan pánico los perros. Da igual que raza, tamaño o sexo del perro, todos le espantan, tanto, que con cinco años de edad comenzó a ir al psicólogo para tener una terapia “curativa” de este fenómeno (y otros muchos más).

- Tranquilo joven, estos dos no hacen nada. Solo defienden su territorio. ¡Calmaos! – grita la anciana a pleno pulmón - Pimienta siéntate y tú, Canela, ven aquí – los dos perros obedecen al instante a la potente voz de su dueña, y se tumban a su lado, calentándola. La anciana sonríe, al ver demostrada su impoluta teoría.

Es una mujer con el cabello largo y blanco, cubierto por numerosas canas, el rostro lleno de arrugas, tan profundas como los ríos de España, y unos ojos cristalinos, casi acuosos, siendo un tanto blanquecinos, pero con un brillo asombroso que te deja sin palabras. Sus ropas están andrajosas y muy sucias, pero la anciana huele muy bien, como a flores silvestres acabadas de recoger de un campo idílico.

- ¿Te encuentras mejor? – pregunta la anciana con un tono dulce.

- Si, si… gracias – dice Fernando mientras recuperas la respiración lentamente y, comienza a controlar su cuerpo, que aún tirita por el encuentro canino.

- Y bueno, ¿me vas a decir qué hace un joven como tú a estas horas de la noche? – pregunta con aires misteriosos la anciana de ojos nacarados - Debes de tener como mucho, trece años, ¿me equivoco? – Fernando le corrige, le dice que tiene casi catorce, haciéndose el adulto importante - ¿Estás escapándote de algo? – dice preocupada la anciana – Has estado llorando, ¿verdad? – afirma rotundamente.

Fernando se sorprende de la capacidad de percepción de esa señora. Enmudece al instante al oír esas palabras. Saca un pañuelo del bolsillo, y se la vuelta temblequeando, dándole así, la espalda a la anciana, y vuelve a llorar en silencio. Esta se levanta y lo sostiene, abrazándole solamente los brazos, desde su espalda. Fernando se gira y llora desconsolado entre sus brazos.

- Cálmate Fernando – dice la anciana su nombre – Cálmate, ahora, todo ira mejor.

- Fernando se aparta de un salto, como un gato esquivando el agua, y dice tartamudeando - ¿Cómo sabe mi nombre? – la anciana sonríe tranquilamente, una sonrisa tan pacífica, que le asusta (a Fernando le asustan muchas cosas) - ¿yo no se lo he dicho en ningún momento?, ¿qué es lo que pasa aquí?, ¿de que me conoce usted?. – Fernando se altera y empieza a híperventilarse – Necesito mi inhalador. ¿Dónde lo he metido?. – grita mientras rebusca en los bolsillos de sus pantalones - ¡Deje de acercarse a mi! – aúlla colérico al ver que la anciana se acerca a él.

- Fernando – dice la anciana con voz pausada – se te cayó al suelo antes, cuando se acercaron mis perros a ti. Toma – le extiende la mano y le da el inhalador.

Fernando aspira nervioso del inhalador y cierra los ojos, por un breve instante – Gracias – dice más calmado. Notando como el salbutamol le relaja la presión del pecho, antes tan acusada, por el cierre de las paredes torácicas, impidiendo su respiración.

- Ven, siéntate conmigo. Estas helado – dice la anciana mientras le coge del brazo. Fernando le sigue y se sienta junto a ella. Los perros se tumban en sus piernas y se quedan dormidos.

- ¡Mire!, no me atacan – dice Fernando orgulloso.

- Ya te lo dije, no hacen ningún daño. Además… ya no les tienes miedo.

- Creo que no – dice Fernando sonrojado.

Una vez sentado a su lado comienza a mirarla de reojo, estudiando cada detalle de esa mujer. La anciana sabe que está siendo analizada por la mirada fisgona del niño, pero actúa como si no se percatara de nada, mientras acaricia a sus perros con devoción. A Fernando esa mujer le recuerda mucho a su abuela (la cual murió hace dos navidades, dejándolo destrozado, teniendo que aumentar las sesiones al terapeuta) y eso le da mucha confianza, pues su abuela era una mujer fabulosa. El niño, se pierde en los lechosos ojos de la mujer, y en ellos puede sentir una gran sabiduría. Y no la sabiduría que uno aprende en la escuela, si no la sabiduría de una vida larga y dura, en las angostas calles de Valencia, la inteligencia de un beso, de una traición, de la gloria, del sexo, de la perdición, de los placeres, la lujuria, la poesía, el arte, el vino, la pintura, la literatura, las ciencias... De la vida misma. Toda esa vida que él aún no había tenido la oportunidad de disfrutar. En esos momentos sintió celos, por que él también quería en su memoria todas esas experiencias que le daban tanta envidia.

- ¿Me va a decir como sabe mi nombre? – dice Fernando en susurros.

- ¿A caso un buen mago desvela sus secretos? – dice retóricamente - No importa todo lo que se, si no, como puedo ayudarte ahora, que todo ya ha pasado.

- ¿Qué quiere decir con eso? – dice Fernando asustándose de nuevo.

- ¿Verdad que no recuerdas nada de lo ocurrido en estas tres últimas horas? – pregunta la anciana. Este asiente con la cabeza, muy confuso - ¿Y no sabes como llegaste a parar aquí? – Fernando vuelve ha asentir – Pequeño… aunque te resulte ilógico y difícil de creer, yo – dice señalándose - soy tú ángel de la guarda, digámoslo de esta forma, y estoy aquí para ayudarte en tú nuevo camino – dice completamente seria. A Fernando se le escapa una carcajada nerviosa.

- Señora, sin faltarle al respeto, pero creo que ha bebido un poco más de la cuenta hoy – dice mofándose de la anciana de pupilas alberas.

- Es normal que tú primera reacción sea esa.  Algo muy humano el desconfiar en lo que se dice. Yo tampoco me lo creí cuando encontré al mío, ¡hace ya veinticinco años! – dice nostálgica – Pero debes de confiar en mí, yo te voy ayudar en esta transición, de un paso de vida a otra.

- ¿Pero de que puñetera transición me está hablando?, ¿qué es lo que insinúa? – dice molesto - ¡Ah!, y si es un ángel, ¿cómo es que no tiene alas? – se ríe de la anciana – Venga, demuéstreme alguna capacidad de ustedes los querubines – dice agitado.

- Tranquilo Fernando… poco a poco descubrirás toda la verdad. Una prueba sencilla sería decirte el motivo por el cual has escapado de casa en esta noche. Pues he aquí lo que esperas… tus padres volvieron a discutir, poniéndote de escusa de sus vulgares problemas, y tú padre acabo golpeándote, como siempre, hasta dejar moradas tus mejillas – Fernando abre la boca asombrado, desencajándose la mandíbula herida. La anciana, sonríe apenada, pues reconoce cual será la reacción del chico, ante sus evidencias verdaderas.

- Estoy harto de escuchar tantas sandeces de cosas que no han pasado, yo solo he ido a dar una vuelta… ¿pero que hago dándole explicaciones? - dice molesto Fernando, entre bostezos enlazados a sus palabras rudas - ¡No pienso escuchar más las locuras de una vieja chocha!. Me marcho de aquí – dice mientras se levanta y abre la puerta del cajero.

- Espérate Fernando, tenemos mucho de que hablar, además, no querrás ver lo que te espera afuera de aquí. Aquí estas a salvo de la atroz verdad – dice advirtiéndole la noble serafín – mejor es que sepas todo de mis palabras.

Este no la escucha y sale del cajero, dando un estrepitoso portazo. Los perros ululan desconsolados. Fuera, en la calle, hay una ambulancia, varios policías y mucha gente alrededor de un pequeño cuerpo tendido en la acera, al lado del cadáver hay una mujer echa un pañuelo de lágrimas. Fernando reconoce al instante a esa mujer, es su madre, que tiene el alma descompuesta en mil pedazos. “¡Mama!” grita el joven aturdido, “¿qué es lo que ocurre?”, pregunta acongojado. Se acerca a ella y ve en el suelo su cadáver, con la cabeza cubierta de sangre, formando un charco, ya helado. La gente murmura por doquier “que crío tan pequeño, ¿qué haría a estas horas en la calle?, “¿qué es lo que le habrá pasado?”, “ha perdido toda su vida”.

Fernando grita apenado. No puede ser, ¿qué es lo que ha ocurrido?. Le hace mil señas a su madre, a los policías, los médicos y a la morbosa gente que inunda la calle con sus necedades. Nadie escucha sus alaridos, nadie siente sus golpes, nadie lo ve, excepto la anciana, que está esperándole en la puerta del cajero.

Un flashback de recuerdos golpea su mente, como un intrépido rayo, partiendo su cerebro en diminutos trocitos. Y de repente, lo recuerda todo con asombrosa facilidad. Está muerto desde que entro en el cajero, el problema es que no conseguía hacer memoria de nada, solo de la discusión con sus padres y de repente entrar en el cajero, para resguardarse del frío mortuorio, que acecha las calles valencianas. Mientras él estaba en el cajero, su cuerpo gélido y sin vida, era atendido por diversos médicos, intentando reanimarle, pero sin éxito, y su madre estaba destrozada, al lado de su difunto y único hijo.

Lo que pasó fue que, mientras andaba por las calles oscuras, llorando por lo que había pasado en su casa, se puso muy nervioso, más de lo que ya lo estaba, faltándole la respiración, y tropezándose cuando andaba, con todo lo que estaba a su paso, cayéndose más de una vez. De repente, comenzó a sentir como una enorme mancha negra le perseguía, y empezó a andar rápido, lleno de pavor, así que cada paso que daba se tropezaba con sus largas piernas, hasta que se topo con un casco de cerveza, el cual no logró esquivar, y este, le hizo caer al suelo, estampándose contra un fino bordillo, partiéndose la cabeza como un melón, y muriendo al acto.

Fernando llora a raudales, siendo consciente de lo que ha pasado. ¡Es injusto!, él no quiero estar muerto. Es demasiado joven. Se gira hacía el cajero y mira a su ángel, esperándole en la puerta. Fernando se dirige pesaroso, y con la mirada hundida en el suelo, hasta ella.

- ¿Tú sabías que estaba muerto? – pregunta Fernando. La anciana asiente - ¿Y que va a pasar ahora conmigo? – dice amargado.

- Ahora vas a construir un nuevo camino, una nueva vida que vas a aprovechar hasta la última gota, el último grano de arena, el último segundo. ¡Todo!. Ya no hay vuelta atrás, así que solo puedes ir hacía delante, pensando en tú cercano futuro, que se aproxima inminente. Ni te asustes, ni te preocupes, vas a vivir todo lo que el destino te había deparado. ¿Estás conmigo? – pregunta su ángel tendiéndole la mano. Él la coge con cariño. Cierran la puerta del cajero, dejando atrás, la escena lúgubre de la accidental muerte del joven Fernando.

Comentarios

  1. ooooohhhhh!!!!!
    genial, me a gustado muxo
    y es interesante la forma que le as dado al angel de la guarda y sobretodo el lugar donde se encuentran, un cajero jejeje
    no sera el bancaja ese en el q emos entrado varias veces a actualizar tu cartilla?? jejeje
    bueno q a estado muy bien
    enhorabuena
    ahora falta ver el de adri
    pues nada
    hasta la proxima

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  2. Hola!
    Cuanto tiempo sin leer una historia tuya, y la verdad es que el retorno ha sido espectacular jeje. Al principio pensaba que en este relato no iba a haber ninguna muerte, pero cuando llegué al momento en el que la anciana le dice que le iba a ayudar en su transición, ya me imaginé lo peor. Como siempre, te felicito, lo único que no entiendo es ¿que futuro le espera a Fernando si está muerto? bueno, te lo pregunto porque yo creo que después de la muerte no hay nada, simplemente mueres y dejas de existir, pero claro, esto es como todo, que existen diferentes opiniones.

    Bueno a ver si escribo algo aunque con esto de los examenes y los trabajos la verdad es que ni siquiera he podido pensar un tema.

    Ciao, y por si acaso, Feliz navidad y feliz año nuevo!

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  3. Hola, ¿como va todo?
    Pues yo seguramente cenaré en casa de mi tio, con mi familia y la familia de mi tia, pero la verdad es que no solemos regalarnos nada, solamente para los más pequeños, o sea, mis primos pero tampoco te creas que todos los que asistimos a la cena llevamos regalos...

    Pero bueno, ¿tienes ya algún plan para nochevieja? yo seguramente lo celebraré con unos amigos en casa de alguien, bebiendo, jugando, charrando, bailando, etc. porque la mayoría de nosotros pasamos de gastarnos una pasta en ir a una discoteca para estar apretujaos como sardinas xD además, estamos pensando en disfrazarnos para darle un poco más de emoción al asunto jeje.

    Bueno ¿como llevas los exámenes? yo fatal, estresadisima, ahora mismo me estoy arrepintiendo de haberme cogido tantas asignaturas de libre elección, porque todas hacen examen... (y yo que pensaba que solo era de hacer trabajitos y ya esta...) pero bueno, solo espero que el año que viene sea mejor que este.

    Un beso!

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  4. Hola, en contestación a tu último comentario te digo... pero que morro tienes :P jeje. ¿Vas a tomarte las uvas en la puerta del sol? Pasatelo muy bien y como tienes al día siguiente trabajo (que supongo que iras con sueño acumulado), espero que te sea leve.
    Por cierto, ¿te vas en el ave no? es baratísimo, 35 euros ida y vuelta, ¿eso es solamente una promoción por la apertura verdad? Espero que mantengan ese precio, aunque lo dudo...

    Un beso, suerte en los exámenes, para que empieces el 2011 con buen pie :D

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  5. muy interesante la historia :)
    no se que haces para inspirarte pero te expresas muy bien

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