Guantes de seda

- La última vez que estuve con Julieta fue hace dos noche. Esa noche se ha clavado con mil alfileres en mi memoria, recuerdo cada detalle como si lo estuviera viviendo ahora mismo. Julieta llevaba un vestido ligero, negro, con encajes transparentes en los dobladillos, un delicado chal color vino, esas sandalias que me vuelven tan loco, con alto tacón de madera, y su carmín de siempre, de intenso color sangriento. Llego con la sonrisa tímida, cubriendo sus relucientes dientes, la mirada esquiva, atenta más a las góndolas de las calles, que a mí. Eso me molesto mucho, pues hacía tiempo que no nos veíamos, y yo esperaba que se abalanzara sobre mí, y yo pudiera cubrir su delgado cuerpo con mis brazos, sintiéndola cada vez más cerca, protegiéndola, pues es mi pequeña, y yo, quería amarla como nunca. La lleve al restaurante más caro de Venecia, a Il sogno degli amanti, pues tenía mucho por lo que disculparme con ella. Pedí una botella de Pinot Grigio, pasta con salmón, ensalada de mariscos y dos buenas porciones de la polenta. En los postres pedí una suculenta tarta de fresas, con pétalos de rosas y salsa de chocolate blanco, ya sabes como la llaman, la tarta de los enamorados, pues recuerdo como Julieta bufó cuando la pedí y escondió su mirada entre sus piernas rosadas, inocentemente. También pedí champagne, pero acabé bebiéndome la botella solo. Ufff... me produce tal placer verla comer. Irradia tal sensualidad con cada cosa que hace. Es una mujer tremendamente erótica - Carlo se sonroja, continua hablando - La velada fue mágica, hasta que Julieta saltó sobre mí, echa una furia, acusándome de serle infiel. Yo, ¿infiel?. ¡Jamás!, a Julieta no le podría hacer eso, pues la amo con locura. Vale... que a todas las mujeres con las que he estado les he sido infiel, es cierto, soy culpable, pero nunca le podría hacer nada así a ella. ¿Quien se hubiera atrevido a serle infiel a semejante mujer?, ¿por que razón estar con otra si ella lo tiene todo?. Belleza, sensualidad, simpatía, carisma, inteligencia, amabilidad, y con un carácter propio, enérgico, lleno de vida. Si me dedicara a esculpir, tendría miles de estatuas de Julieta, adornando casa rincón de mi casa - sonríe -Julieta se enojo tantísimo, y yo me quede mudo antes sus acusaciones, haciéndola enfurecer más. Gritaba, histérica, que no la amaba, que la había traicionado, que le prometía cosas que no iban a suceder, y se marchó, sin dejarme acompañarla a su casa, y olvido uno de sus guantes de seda francesa, que le había regalado yo, cuando fuimos a París. Esa fue la última vez que la vi, señor inspector. Con todo detalle. No se donde puede estar, ni si estará bien. No paro de fustigarme, por no haberla acompañado a casa y cerciorarme de que estuviera bien. Señor, ¿usted sabe que esa noche le iba a pedir matrimonio?. Iba a cumplir todas mis promesas - dice Carlo recogiendo su rostro entre sus manos.

- Lo se Carlo. No se preocupe, la encontraremos. Julieta estará bien, usted ha actuado correctamente. No tardaremos nada en dar con ella, y podrán casarse y ser felices - dice el inspector, intentando calmarle.

- Gracias señor - dice Carlo con el semblante destrozado - Estoy muy cansado. Voy a marcharme ya a casa. Mañana nos vemos - dice mientras se pone su abrigo de cuero negro.

- ¿Quiere que le acompañe a tomar un trago? - dice el inspector levantándose - Las amarguras se disuelven mejor con whisky - le dedica una media sonrisa.

- No, no será necesario. Me voy directo a la cama. Nos vemos mañana. Adios.

Carlo se marcha de la comisaría que pisa noche y día. Camina lentamente por el puerto, mirando el agua oscura de las calles. Le gustaría nadar por los canales de Venecia, fundiéndose con el agua helada, paralizando su cuerpo y calmando su mente. ¿Por que no le ha contado toda la verdad al señor inspector?, se pregunta así mismo Carlo. No quiere que acusen de nada a Julieta cuando la encuentren, de eso ya se ha ocupado bien él. Lanzo el cadáver de ese pintor, borracho, que la perseguía siempre, al canal, limpió la sangre que había en su piso, la busco por todas partes, pero no la encontró. Carlo no puso en duda, en ningún momento, que Julieta hubiera matado a ese hombre en defensa propia, y se marchara, asustada, de su hogar. ¡Quizás esa bestia la hubiera intentado violar!. Un escalofrío terrible envuelve, en una eléctrica convulsión, el cuerpo de Carlo. Vomita en la calle solo de pensarlo. Pasa la noche en vela, oliendo el guante de Julieta, que mantiene aún su fresco aroma.

A la mañana siguiente Carlo se dirige a la comisaría. Al llegar, las miradas caen como espadas sobre él.

- Carlo - dice la guapa de Nancy - el inspector quiere verte. Está en su despacho.

Carlo entra al despacho intranquilo, tiene miedo de que hayan encontrado a Julieta muerta. Le duele tantísimo la cabeza, de dar vueltas y vueltas al mismo pensamiento toda la noche. ¿Donde estará su preciosa chica de cabellos color fuego y tacto de seda?.

- Buenos días Carlo.

- Buenos días inspector. ¿Han averiguado algo? - dice Carlo mientras toma asiento.

- Si, así es - afirma - ¿quiere un café? - le pregunta con cortesía.

- No gracias, tengo el estómago algo revuelto - dice encogiéndose un poco.

- Bien, yo si que quiero uno - dice el inspector - Nancyyy - grita - tráeme un café solo, por favor.

Nancy entra por la puerta con un café y unas pastas echas por ella. El inspector le sonríe y se la come con la mirada. Todos en la comisaría saben que está liado con ella, desde hace unos meses. La mujer del inspector también lo sabe, pero se niega a dejar a su marido.

- ¿Qué es lo que han descubierto? - pregunta angustiado Carlo.

- A las cinco de la mañana, Luigi Templani, el panadero de Il Croassan Caldo, ha encontrado un cadáver.

- ¡Oh, dios mío, dime que no es el de Julieta! - exclama con los ojos envueltos en lágrimas.

- No, tranquilo - dice el inspector calmándolo. Carlo suspira aliviado - Es Fernando Troglivi, el pintor - aclara - tú sabes quien es, ¿verdad Carlo?.

- Sí... -enmudece - un pintorchuzo... un borracho y un maleante - dice alterado.

- Sí, así era. Era, pues está más muerto que sus malditas pinturas. Llevaba varios días en los canales de la zona este. El cuerpo daba asco. Estaba verde y completamente hinchado. Si no fuera por que se le desataron las cuerdas, de los pesos que llevaba para hundirlo, no lo hubiéramos descubierto, ni echado en falta. Un asesinato en toda regla. Murió antes de ser tirado a los canales. Tiene un corte muy profundo, en la garganta, lo degollaron como a un cerdo, dejándolo seco, como una uva pasa. Y luego ocultaron su cadáver en el canal - le da un largo sorbo al café y se mete en la boca una de las deliciosas galletas de Nancy, de crema de avellanas.

- Vaya... es una pena. Pero, ¿por que quería contarme esto a mí? - pregunta discretamente. Sabe como son los interrogatorios, y no quiere caer en una trampa.

- No le contaría la muerte de este don nadie si no estuviera relacionado con usted - acusa el inspector.

- ¿Qué quiere decir? - pregunta alarmado Carlo.

- ¿Tiene el guante de Julieta aquí? - pregunta el inspector.

- Claro - responde Carlo.

- ¿Me lo podría prestar un momento?.

- No tengo por que no - saca el guante que tenía guardado, perfectamente doblado, del bolsillo de su cazadora y se lo da. El inspector lo estudia minuciosamente.

Se levanta de la silla y se marcha unos instantes de su despacho, disculpando su ausencia. Carlo levanta las manos a su cabeza y se hunde culposo. Se le seca la garganta y le cuesta respirar. Entra de nuevo el inspector acompañado de dos policías. Él se sienta en su silla y estos dos se colocan, cada uno, a cada costado de la puerta.

- ¿Qué es lo que ocurre? - pregunta angustiado Carlo.

- ¿Le suena a usted esto? - pone sobre la mesa el otro guante de Julieta. Está dentro de una bolsa hermética.

- Sí, es el otro guante de Julieta. ¿Qué es lo que ha pasado? - pregunta de nuevo.

- Que usted mató a Fernando Troglivi y a Julieta - Carlo enmudece.

- ¿Cómo puede decir usted eso? - dice enfurecido.

- Todo el mundo, en está ciudad, conocía la simpatía de ese pintor por tú Julieta y, la aversión que tenías tú por él. Está es mi teoría. Volviste a casa de Julieta, después de vuestra disputa en el restaurante, para disculparte con ella y pedirle matrimonio. Y cuando entraste, estaban los dos allí en la cama. Te volviste loco de celos y acabaste con los dos. Primero lo mataste a él, mostrándoselo a ella, purgándola, por su adulterio, y después acabaste con ella. Limpiaste las pruebas que pudieran acusarte, pero en un simple descuido, metiste el guante de Julieta en la chaqueta del pintor. Lanzaste el cadáver del pintor al canal y te desasiste también del cuerpo de Julieta. Pero, ahora mi pregunta es, ¿donde ocultaste a Julieta? - pregunta arqueando una ceja.

- ¡Cómo se atreve de acusarme de tal cosa!. Jamás Julieta me hubiera sido infiel y yo no los he matado - dice protegiéndose Carlo.

- Eres el principal sospechoso Carlo, y hasta que no tengamos más pruebas que demuestren lo contrario quedaras arrestado. Chicos, - se dirige a los dos policías que custodian la entrada - esposadlo y llevarlo a una celda.

Carlo está alucinado. ¡En que embrollo se ha metido!. Él es inocente, y hasta que no aparezca Julieta, no se descubrirá la verdad. ¿Donde estás Julieta? - piensa Carlo en su celda gris.

Comentarios

  1. mmm,q interesante una historia con tokes policiacos muy interesante
    aora me e kedado con las ganas de saber lo q pasa, no vas a escribir una continuacion??
    xq no puedes dejarlo asi ~~ jejeje
    bueno y una mujer con los cabellos color fuego, ya lo exaba de menos ;)
    bueno me a gustado y las descripciones muy detalladas
    sigue asi
    asta la proxima

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  2. Hola, ¿qué tal?
    Un relato muy intrigante y novedoso. Me encanta tu forma de describir las cosas y la facilidad con la que lo haces, me encantaría tener la misma elocuencia que tú, ¿algún consejo? jeje.

    Que final más triste para el enamorado Carlo, Julieta se está vengando de su infidelidad acusándolo de su asesinato, a no ser que lo de la infidelidad fuera también una farsa para poder marcharse y no dejar huella... quien sabe...

    De nuevo, excelente.
    Hasta la próxima.

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  3. Eh eh eh queremos que nos digas donde está Julieta!!!! =D apoyo a Sara!!!!
    Por cierto... tengo hambre por tu culpa!! Lo que más pena me da de la historia es Nancy, que va y se lia con el inspector que más pelis MALAS de polis ha visto! Y encima... le hace galletas :S

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  4. Hola, ¿qué tal?
    Gracias por tu comentario, pienso lo mismo que tú aunque remarcaría diciendo que todo lo que toca el ser humano se convierte en mierda.

    Por cierto, acabo de ver que tengo otro comentario tuyo en otra sección que desconocía hasta ahora, me puedes decir que eso de spam, y como envías comentarios por esa vía.

    Bueno, gracias por tu visita, sin tí mi blog sería un desastre :D
    Esperaré ansiosa tu nuevo relato, seguro que puedo poner en la mano en el fuego desde ahora y decir que me encantará, y eso que aún no lo he leido.
    Un beso!

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  5. P.D: ¿fuiste a la manifestación del 25? ¿que tal fue? yo no pude ir porque precisamente ese día tenía clase durante todo el día y hasta las 9 no me libraba.

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  6. Hola!!
    pues si era la lista del vocabulario sexista, pensaba q lo habias enviado por otra vía, pero bueno me imagino que no se publicó porq habría notado alguna que otra palabrota xD

    Pues me pareció interesante, la verdad es q nunca me habia planteado q en nuestro léxico podria haber tanta discriminación a la mujer, la verdad es q indignante.
    ¿Qué tal fue la manifestación?

    Puff.. yo ando igual que tú, con las asignaturas de libre elección q me he elegido y una optativa q me da muxa caña, estoy hasta arriba de trabajos, creo q este es el año q más trabajos he hecho en toda la carrera..!! Pero lo peor no acaba aquí, porq dentro de nada viene el periodo de exámenes (¿tú tmb los tienes en enero verdad,o lo tuyo es diferente?).... Tengo unas ganas de q se pase enero y vengan ya las fallas...:D jeje

    Un beso, hasta la próxima.

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