Sin poder mirarte

- Han fallecido está mañana veintiséis personas en Madrid, por un escape de gas en una finca antigua. El edificio, situado en el centro de la ciudad, tenía una instalación de gas en condiciones austeras, según los técnicos que visitaron el siniestro.. La mayoría de los inquilinos eran fam…

- Estoy harta de los noticieros. ¡Solo saben hablar de sucesos funestos! – exclamó Ana molesta mientras apagaba el televisor de la sala – Además, lo que menos quieren los pacientes de un hospital, es ver está morbosidad televisiva. Ya tenéis suficiente con tener que estar ingresados aquí tanto tiempo – dice la joven mientras se seca las lagrimas que afloran de sus verdosos ojos.

- Tranquila Ana – dice su madre tumbada en una de las camas duras del hospital – a mí no me molesta nada – dice con una amplía sonrisa de oreja a oreja.

- Quizás a ti no mama. Pero tú compañero de habitación querrá descansar y no ver esto a todas horas – dice Ana mientras señala al hombre, de unos treinta y pocos años, tumbado en la cama de al lado.

- No se preocupe por mí – dice con una voz resignada el hombre – me he quedado ciego recientemente.

Ana enmudece. No sabe que decir. Siente que ha metido tanto la pata, que empieza a hundirse en un fango imaginario, en el que no puede respirar nada. Se queda paralizada en silencio, con los ojos fijos, sobre el hombre ciego, que no espera respuesta alguna, después de sus palabras. Hasta que su madre le da un buen pellizco en el brazo, que tiene apoyado sobre la cama, Ana no vuelve a la realidad, y suelta un pequeño chillido nervioso, asustada por el cariñoso pellizco de su madre. Finalmente el hombre se duerme plácidamente. Su pecho se mueve tranquilo y parece sumido en un confortable sueño. Ana se sienta en el suelo, al lado de su madre, y hunde su cabeza sobre sus brazos entrelazados. Su madre le acaricia los brazos y le levanta el rostro con cariño.

- Ana, no pasa nada. ¿Tú que ibas a saber? – dice su madre intentado tranquilizarla - Además, no te preocupes tanto, solo ha sido un comentario fortuito – dice mientras le sonríe. Marisa nunca deja de sonreír, ni después de tres operaciones por cáncer de ovarios. A Ana le cuesta más mantener la sonrisa.

- Mama, ¿qué es lo que le ha pasado ha ese hombre? – dice Ana en susurros - ¿Cómo es que ha perdido la vista recientemente? – dice intrigada la joven de mejillas rosadas y pelo corto como un militar.

- Josep, que así se llama mi compañero de habitación, perdió la vista hará una semana. Es un caso de, como lo llaman los médicos, ceguera histérica. Este llegaba tan tranquilo de hacer la compra y cuando llego a casa, estaba su mujer tirándose a su jefe en medio del salón. ¡Está es de las que se llevan el trabajo a casa! – exclama con malicia Marisa - Ya puedes imaginarte la escena. Al pobre Josep le rompió el corazón, doce años de matrimonio es mucho tiempo hija, y nada, las bolsas de la compra por el suelo, la mujer diciendo el gran tópico de “esto no es lo que parece” y el pobre de Josep salió con viento fresco de su casa, perdiendo la vista en el ascensor. Le encontraron sus vecinos, pues escucharon sus gritos histéricos, echo un ovillo en el suelo del ascensor. Le llevaron ellos mismos a urgencias, pues su mujer no movió ni un solo dedo por él. ¡Pero mira que se contonea bien para su jefe la mala puta esa!.

- ¡Mama! – exclama Ana – sigue con la historia y no chismorrees.

- ¡Ay Ana! Está historia es la comidilla del hospital, que se le va a hacer. En fin… que el pobre Josep no ha vuelto a recuperar la vista, y aunque está bien, lo tendrán ingresado un tiempo, para ver si esa ceguera puede llegar a ser permanente o no.

- Pobrecillo. Encima que le engañan va y se queda ciego él. ¡Eso si que es mala suerte! – dice Ana indignada.

- Sí, si que lo es – dice Josep que llevaba un buen tiempo despierto y escuchaba atentamente la conversación madre hija.

A Ana se le vuelve a caer la cara de vergüenza. Su madre se ríe por lo bajini viendo a su hija tan alterada.

- Josep – dice Marisa – te presento a mi hija, Ana. Es artista. Hace unos cuadros maravillosos. Cuando recuperes la vista, que seguro que será pronto, te invitaremos a que veas algunas de sus obras a casa.

- Mama – dice Ana sonrojada, como una adolescente malhumorada.

- Para lo mayor que eres a veces eres tan tímida hija – dice Marisa dándole un empujoncito hacía la cama de Josep.

- Emmm… hola – dice tímidamente Ana a Josep.

- Buenos días Ana. No te preocupes por que os haya pillado hablando de mí, cómo dice tú madre, está historia es la comidilla del hospital – sonríe levemente – anda siéntate y dejemos a tú madre descansar, que ya se ha emocionado mucho hoy – Ana se sienta en un incómodo sofá verdoso y sonríe. Se vuelve a quedar en silencio, mirándole los ojos, que son los más hermosos que ha visto en su vida. Realmente parece que la pueda ver – Sigue hablando como antes Ana, tienes una voz encantadora.

Ana sigue yendo todos los días al hospital a visitar a su madre y a Josep. Pasa largas horas con Josep, leyéndole el periódico, hablando de sus vidas, etc. A Marisa no tardan en darle el alta, se recupera perfectamente, con su energía y su amplia vitalidad, pero Josep sigue con diversas pruebas sobre sus ojos, que aparentemente no tienen daño alguno, pero no puede ver nada con ellos. Ana sigue yendo a visitarle, no tantas veces, pues debe de cuidar de su madre que está con ella en su casa. Cada día que no ve a Josep se siente terriblemente vacía.

Un día que termina antes de trabajar, sale corriendo directamente al hospital, toda llena de pintura. A Josep le han dado el alta, al no encontrarle ninguna alteración en los ojos, le han recomendado reposo en casa y acostumbrarse a la situación con positivismo. Ana se entristece al ver su cama vacía, aún caliente por su tostada piel. Una de las enfermeras, que ya la conoce, por que está se pasa el día, de arriba para abajo por el hospital se acerca a ella con un papel en la mano.

- Hola Ana. ¿Cómo estas? – le pregunta la enfermera de nariz respingona.

- Bien, bien – responde alterada - ¿Dónde está Josep?, ¿está bien?, ¿ha recuperado la vista?

- Josep ya se ha ido a casa. Le han dado el alta está misma mañana. Aún no ha recuperado la vista, pero en el hospital no podemos hacer más por él. Tiene que descansar y olvidar lo que le sucedió. Una vez este preparado mentalmente y emocionalmente, seguro que recupera la vista – dice sonriendo – Ana, nos dejos esto para ti. Es su dirección – dice la enfermera mientras le tiende el papel blanco.

- ¡Oh! gracias – Ana se la quita de las manos, con fuerza, arrugándose casi toda y se marcha rápidamente.

- Adiós Ana – grita la enfermera viéndola como desaparece fugazmente del hospital.

Ana se apresura y coge un taxi. Nerviosa, por que no sabe por que está tan impaciente por ver a Josep, siente como le da vueltas la cabeza, como las ruedas del vehículo, por la interminable carretera. Llega a su puerta, respira hondo, y toca al timbre con retraimiento. Se oye un “ya voy” en el interior de la casa y varios golpes y quejidos desde dentro. Josep abre la puerta y se queda callado. Ana vuelve a enmudecer ante él. Siente una alteración tan fuerte en su corazón. Oye los latidos, continuos y profundos, sobre el silencio de la situación.

- Hola Ana. ¡Que rápido has venido! – dice Josep muy feliz de tenerla cerca.

- ¿Cómo has sabido que era yo, si no me puedes ver? – dice Ana extrañada.

- Por que tú olor a pintura es inconfundible – dice mientras ríe. Ana se da cuenta de que está completamente manchada de pintura. Se acalora por un momento – Bueno, ¿quieres pasar? – pregunta Josep dejándole sitio para entrar.

- Claro Josep. ¡A eso he venido! – dice Ana.

Su casa está patas arriba. Un día en ella y ya es un caos. Josep no se acostumbra a caminar a oscuras por su piso, le parece un laberinto lleno de trampas. Ana recoge los cristales de una lámpara que están en el suelo y se sienta con Josep en unas sillas que hay en el comedor. Ana mira la sala con amargura, y se imagina la escena en la que Josep vio a su mujer siéndole infiel, con el burro de su jefe en ese larguísimo sofá color caqui.

- Josep… no se como decirte esto… pero… tienes la bragueta abierta – dice riéndose Ana.

- Jajaja Ana, ¿Dónde estabas mirando cuando entraste pequeña?.

Ana se sonroja y este, torpemente se acerca a ella, guiándose por su respiración, que se altera cada vez más, al ver que él se le acerca. Josep la abraza, y respira ese aroma a pintura de la joven – Gracias por estar a mi lado Ana, eres lo más valioso que me podría haber pasado en este tiempo - Ana roza sus labios, humildemente, por sus mejillas, los desliza suavemente por sus orejas y desciende por el cuello, suave, delicada, como una rosa que florece en el amanecer, por su nuez, después besa sus ojos, y finalmente sus labios, con absoluta timidez. Josep la abraza con fuerza, y a ciegas, hacen el amor en el suelo de la sala, sobre una moqueta negra. Ana se venda los ojos, con su blusa, y ambos disfrutan de las olas del placer, escondidas en un manto negro. Pasan la noche juntos, descubriendo sus cuerpos minuciosamente. Las horas se desvanecen como minutos, en la cama llena de sudor, y los primeros rallos de sol se filtran entre las nubes, cruzando la ciudad, antes que los primeros madrugadores peatones. Ana le describe con todo detalle la puesta del sol y Josep siente por un momento que lo ve todo. Por un instante ve su maravillosa sonrisa, sus labios, balanceándose, con cada una de sus palabras, sus ojos, vidriosos, observando la cálida mañana, y ese cielo, azul, tan intenso, como un rayo de esperanza atravesando sus corneas.

Comentarios

  1. Ooooohhh!!!!
    q historia tan tierna jejeje
    me a gustado muxo,es muy bonita y es verdad q no as matado a los protagonistas, pero aun asi no as podido evitar poner alguna muerte aunq fuera secundario eh?? jejeje
    bueno a estado muy chula de verdad
    sigue asi
    asta la proxima

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  2. Hola!
    Muy bonita tu historia, la verdad es que es bastante romántica, algo nuevo en tus reltos no? Aunque me he quedado con la curiosidad de saber ¿al final Josep recupera la vista verdad? Bueno como siempre otro relato perfecto y sin poder hacerte ninguna crítica negativa :-p
    Bueno a ver si saco tiempo y puedo publicar una nueva entrada.
    Un beso!

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  3. Hola!
    Por lo que veo, ¿has visto la película de Origen con Leonardo DiCaprio, verdad? ¿Tú que sentido le diste? Yo creo q el final, aunq parezca q acaba con un sueño, no lo es, porq si te das cuenta la peonza hace el amago de caerse cosa que si fuera un sueño no pasaría porq ni siquiera se caería. Pero bueno, con esta peli también tendré que hacer una entrada porq es bastante interesante, a mi me encantó sobretodo porq cada persona q la ha visto tiene una teoría diferente, por ejemplo, tengo una amiga que piensa que toda la peli, es decir, desde el 1º
    minuto hasta el último, es todo un sueño.
    Bueno pues hasta tú próxima entrada, un besote!

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  4. Hola Esther, como vas?
    Gracias por recomendarme la peli de "Memento", la vi este finde y me encantó lo rebuscada que es aunque no he acabado de entenderla bien ¿quien es el que estaba intentando tomarle el pelo al pobre protagonista?¿al fin quien mató a su mujer, él mismo?¿quien era el amigo bueno el Teddy o la Natalie?xq a mi me da la sensación q los dos intentaban aprobecharse de la situación del prota.

    Bueno siento atormentarte con tantas preguntas, un beso!

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