Por la razón o la fuerza

- La roja para la tensión, la azul para la tiroides, la verde para la presión del corazón, la rosa para las migrañas, la morada para la depresión, la amarilla para la ansiedad, la blanca para la circulación, la beige para la rinitís alérgica, la negra para la falta de hierro, la gris para la anemia, la naranja para la diabetes, la marrón para la fibromialgia, la dorada para bajar de peso, la añil para la sensación de cansancio y, por último, el protector de estomago – dice Greta en voz alta, ordenando sus pastillas sobre el banco de mármol granate, de su amplía cocina rodeada de flores y plantas medicinales.

Greta toma quince pastillas diarias a las 8:00 de la mañana, junto a su desayuno de tostadas de pan integral con aceite y tomate natural rallado, café solo con sacarina y magdalenas rellenas de mermelada de fresa o de higo, dependiendo de su estado de ánimo. Después usa el colirio para los ojos, spray nasal para la sinusitis y los días que hay mucha humedad, y le cuesta respirar, el inhalador para el asma. Greta es hipocondríaca. Cuando no le duele la espalda, le duele el pecho y no puede respirar, si no es la cabeza y las migrañas no la dejan trabajar, a veces le duelen las plantas de los pies o las yemas de los dedos, y se pone bolsas de plástico, hinchadas, para protegerse de cualquier cosa. Hay días en los que se siente muy feliz y otros en lo que cae sumida en una terrible depresión, y se pasa el día tirada en la cama como una colilla.

Su marido, Jules, es doctor. Se conocieron en su clínica privada. Greta, cansada de que ningún medico le encontrara ningún problema físico o mental, decidió ir a la consulta de Jules. Jules la examino concienzudamente, como Greta le suplico, con diversas pruebas durante una semana entera. Incluso la tuvo ingresada en la clínica. Pero Greta poseía una salud de hierro, todas las pruebas lo indicaban. Greta, disconforme con los resultados de Jules, comenzó a ir a la clínica todos los días, unos días para decirle que le dolían las rodillas y creía que se iba a quedar paralítica, otros días en los que sentía que los huesos se le rompían con cualquier movimiento, y si no que se sentía observada cuando paseaba por la calle. Jules comenzó a enamorarse locamente de Greta y ella jamás se sintió tan feliz, a manos de un buen doctor que le solucionaba sus dolores y enfermedades.

Las pastillas que toma Greta, son placebos que le receta Jules de su propia consulta. Poco a poco le va reduciendo la medicación y Greta se va encontrando mejor. También va, tres veces por semana, a la consulta de un psicólogo, para tratar sus ansiedades y sus problemas mentales. Pero a Greta las cosas no le entran por la razón, tiene demasiadas inseguridades y miedos, y las personifica con cada una de sus enfermedades.

- ¿Cariño te has tomado todas las pastillas ya? – dice Jules impaciente – Date prisa, que vamos a llegar tarde al banco. Tenemos que estar allí a las 11:30, que es cuando llega el alcalde.

- Si, ya acabo. Estaba disfrutando de unos momentos de tranquilidad con mis tostadas y el periódico – dice calmadamente Greta saboreando el último pedazo de pan que le quedaba en el plato – No te preocupes, aún tenemos tiempo. Voy a hacer unas respiraciones y estiramientos de yoga, que sabes que si no yo no puedo soportar la tensión, y después a la ducha. Creo que en cuarenta y cinco minutos podremos salir – dice Greta fregando los platos y vasos del desayuno.

- Bien, yo mientras saco al perro – dice Jules cogiendo a su pequeño Yorkshire Terrier, que lleva un enorme lazo azul marino, tapándole sus diminutos ojos negros.

Jules pasea al perro por el vecindario. Camina unas tres manzanas hasta llegar al estanco, compra dos paquetes de cigarrillos, unos largos y mentolados para él y negros para Greta. Vuelve a casa fumando y canturreando a los village people. Al llegar a casa, entra sigiloso en la ducha y le hace el amor a Greta. Le lame el cuerpo entero, le retuerce los pechos, le devora los labios, le caricia los muslos y la penetra con fuerza. Está cierra los ojos y disfruta del buen sexo matutino.

Salen de casa con tiempo de sobra para llegar al banco. Cogen un taxi para ir hasta allí. Esperan fuera fumando hasta que llega el alcalde. El alcalde va todos los miércoles a las 11:30, al banco, solo, a firmar papeles del ayuntamiento y a realizar otros trámites financieros. Greta y Jules tienen preparado este plan desde hace un año. No es su primer ni último golpe, y siempre actúan con total discreción y maestría. Pero este asunto es diferente, el alcalde es el culpable de los desequilibrios de Greta. Él fue el causante del aborto que tuvo Greta hace cinco años, y a raíz de ello comenzó a padecer su enfermedad. Greta y Jules buscaban venganza y, para que engañarnos, dinero.

Se ponen en la cola de ingresos y pagos, y pagan las facturas de la luz y el agua. Hablan con los dependientes con soltura, intercambiando anécdotas y risas. El alcalde entra a su sala privada, donde tiene todo su dinero. En esa sala no hay cámaras. Se mantiene la privacidad.

Greta se disculpa y se dirige al baño. Entra en el cuarto baño y se sube sobre el retrete, tambaleándose sobre sus tacones verdosos. Levanta el techo movible y saca su mochila de allí. Se cambia de ropa, se pone un pasamontañas y le pone el silenciador a su 9mm. Entra a hurtadillas en la sala donde está el alcalde y le dispara a la cabeza. La bala atraviesa perfectamente su cráneo, salpicando la pared blanca de la sala. Se limpia las manchas de sangre que le ha salpicado a las manos. Recoge rápidamente todo el dinero y lo guarda en su mochila. Corre al baño sin ser descubierta y se cambia de ropa. Guarda la mochila, con todas las pruebas, de nuevo en el techo del baño y se cambia de baño velozmente.

- ¡Greta! – grita una trabajadora del banco entrando al baño – Greta, ¿estás en el baño? – grita desesperada.

- Si, un momento, ya salgo. Es que tengo nauseas – dice fingiendo que vomita.

- Sal rápido. Tú marido necesita atención médica. Se ha desmayado – dice preocupada la joven trabajadora.

Greta sale corriendo a por su marido. El plan ha salido como esperaban. Jules se desmayaba en la cola, fingiendo una bajada de tensión, causada por no inyectarse la insulina, ocupando la atención de los trabajadores y dependientes, mientras está mataba al alcalde, a sangre fría, y cogía todo el dinero.

Comienza un nuevo día. Greta se levanta y se toma sus pastillas y Jules sale a recoger el periódico. Sale el asunto del banco en primera página. Según la prensa no tienen noticias de quien asesino y robo al alcalde. Un crimen sin huellas, profesional y limpio. También mencionan el desmayo del joven médico del pueblo y desean su rápida recuperación.

Comentarios

  1. jajajaja muy bueno!!!!
    una hipocondriaca asesina y ladrona
    es muy original, como diablos se te a ocurrido algo asi??
    y eso de fibromialgia?? no as podido esncontrar una palabra mas rara?? jejejeje aciendote la sabioncilla eh??
    bueno eso,a estado guay
    y asta el proximo

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  2. soy Jose Enrique, mu xulo me gusta el cambio respecto al otro, y mas pensando k la ke iba a morir de sobredosis era ela... muy xulo!!

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