Vacío de garbanzos
- ¿Cómo ha ido el vuelo cariño?, ¿todo bien?.
- Claro Eriada, sin ningún problema – le contesta
Humberto cogiendo su maleta y dirigiéndose hacía el baño.
- Ufff… no sabes lo preocupada que estaba. He rezado seis
avemarías y catorce padres nuestros con el rosario de mí bisabuela. También te
he puesto un cirio grande en la iglesia y varias velas pequeñas en casa, junto
a nuestra foto de bodas – le dice orgullosa.
- ¡Que exagerada que eres querida!. Siempre que vuelo la
misma historia – dice Humberto avergonzado del comportamiento de su mujer. Se
alegra de que nadie este escuchando esa conversación, pues está solo en el baño
del aeropuerto y tiene el móvil con el manos libres (odia hablar con
la oreja pegada al móvil, por las ondas electromagnéticas).
- No cariño, gracias a mí el vuelo ha
ido correctamente.
- Querrás decir gracias al piloto, ¿no querida? – le
pregunta perspicaz.
- ¿Has avisado a Carmen de que estás en Milán? – le
pregunta Eriada cambiándole el tema. Le ofende que su marido no entienda su
preocupación por los aviones, le parecen inestables y poco fiables. ¡Como ese
armatoste de hierro y metal osa cruzar el cielo rompiendo las nubes perfectas
de la creación del Señor!.
- No. Quiero que sea una sorpresa – dice sonriendo
Humberto. Tiene unas ganas locas de ver a su hija. Carmen lleva tres años
estudiando un master de teología en Milán y ve a sus padres cada navidad y
semana Santa – Tengo pensado presentarme en su casa sin previo aviso.
- Como veas… ¡pero ya sabes que no le gustan las
sorpresas! – dice refunfuñando Eriada - ¿Y si no la encuentras en su casa? – le
pregunta muy preocupada.
- Pues no hay problema, iré a su trabajo. Tengo la
dirección – dice sacando un pequeño papel de dentro del bolsillo de su traje
gris, donde lo tiene todo apuntado con una letra clara e inmaculada. Lee en voz
alta – Strada Rosa, número
15. Caffè degli Angeli.
- ¿Y si no está en el trabajo? – dice alarmada Eriada. Se
inquieta por todo.
- Pues ya que estaré allí me tomaré un buon caffè –
sonríe Humberto - y después la llamaré al móvil y le diré donde estoy. Ahí se
acaba todo mi misterio – ríe. Cuando ríe se le mueve su delicado bigote negro y
se le arruga su alargada y porosa nariz. Parece un trapo viejo lleno de una
nube plomiza.
- ¿Cuándo vas a ir a verla?, ¿esta noche?.
- No querida, no la veré hasta mañana. Cuando llegue al
hotel tendré que ponerme con la ponencia del sábado, que durara hasta la tarde…
ya sabes como son esos italianos, vino y buen comer… ¡no tienen remedio!. Yo me
escabulliré cuando pueda y me marcharé a ver a Carmen. Quiero invitarla a
cenar.
- ¿A qué hora regresaba tu vuelo el domingo cariño?.
- A la tarde, llego a Madrid a las 19h-19.15h. Estaré en
casa a eso de las 20.30h. Dependiendo del tráfico, ya sabes como esta Madrid a
esas horas, todo el mundo desea volver a casa – dice Humberto cogiendo el móvil
y desactivando el manos libres, pues uno de sus compañeros ha entrado en el
baño. Hastiado (por usar ese aparato galvanizado) se despide de su mujer.
- Robbie, andiamo
a prendere un taxi – le dice Humberto a su compañero. El cual está
arrojando todo lo que ha tragado en el avión (dos sándwiches de pollo con
mahonesa, un café con leche, una bolsa de cacahuetes con chocolate, un paquete
de galletas saladas y un pastelito de coñac) al “pulcro” baño del aeropuerto.
- Chiaro,
andiamo
Humberto - dice vomitando de nuevo. Resuenan sus tripas en ese gigantesco baño
de porcelana italiana.
Robbie sale del baño, se limpia la cara y respira hondo.
- ¡Joder! pensaba que iba a tirar hasta el hígado. ¡Dios!
que mal me encuentro - dice como un niño que se ha empachado con dulces en la
noche de halloween.
- Es normal, has comido como un cerdo Robbie.
- Es por la ansiedad. Ante los vuelos siempre me pongo
igual - dice mientras se seca las manos - Bueno, vamos a coger un taxi e ir al
hotel, que tengo que darme una alegría después de este fatídico viajecito -
dice con una risa estúpida - Toma, aquí tienes el teléfono de “la compañía”...
por si cambias de opinión. De total confianza y de absoluta discreción -
le dice pasándole una tarjeta rosada en la que pone I gemiti di Dio en letras doradas, y un número de teléfono. No hay
ninguna dirección.
Humberto y Robbie marchan con el resto de
sus compañeros en un taxi desde el aeropuerto al hotel La giornata di oggi. Son cuatro catedráticos
los que han ido a Milán por las jornadas de arte: El neoexpresionismo
como sino, organizadas por la Universidad de Milán.
Al llegar al hotel Humberto chequea su habitación. Una cama
grande y cómoda, un baño limpio, con bañera de masaje, televisor, un buen sofá,
un escritorio donde poder trabajar, el minibar repleto... Deshace su maleta con
calma y guarda sus trajes, perfectamente planchados, en el armario. Luego llama
al servicio de habitaciones y pide que le traigan un té verde y un pedazo de
pastel de limón. Mientras espera saca su portátil y lo deja en el escritorio, después
saca un par de libros de neoexpresionismo y de impresionismo y por último, un
pequeño diccionario de viaje de español-italiano. Se queda leyendo las frases
comunes y practica un poco su oxidada pronunciación. Llaman a la puerta y
un joven le trae su pedido. Se lo deja en la mesita de al lado de la cama y se
marcha dejando un aroma a canela y clavo. Humberto se bebe el té tranquilo y
saca la tarjetita rosada de su bolsillo. Se queda mirando el teléfono un
momento, meditativo. Bebe otro sorbo de té, quemándose un poco la lengua.
Descuelga el teléfono y marca.
- Buona notte... quería
reservar un servicio - dice con voz queda.
- Come lo vuoi? - le pregunta
una voz aguda, cargada de nicotina.
- Quiero que sea menor de treinta años, con poco
pecho y que este bien delgada - dice Humberto nervioso.
- Perfetto. Dove
mandiamo?.
Humberto termina de dar las
indicaciones correspondientes de dirección y tarifa mientras agota su
té y acaba con el último pedacito de pastel que le quedaba. En el baño se
limpia concienzudamente el pene y los testículos, con una esponja natural y
jabón de rosas. Los dientes no se los lava, así evita besar a la chica, es una
de sus reglas en estas situaciones (le asquea pensar donde ha podido estar esa
boca antes). Llaman a la puerta. Es Robbie.
- Humberto, ¿sales a cenar con nosotros? - pregunta
Robbie mientras se saca un cigarrillo y se lo deja en la oreja listo para
encender.
- No, me voy a quedar repasando la exposición de mañana -
le contesta Humberto señalándole el montón de libros que tiene sobre el
escritorio y el portátil encendido.
- ¿Pero tendrás que cenar?.
- Ya he cenado. Nada más he llegado me he pedido un té y
un trozo de pastel. Muy buenos, por cierto.
- Como veas, entonces ya te veo mañana... ¿Seguro que no
te quieres venir?, ¿una copa aunque sea?.
- No insistas, tengo trabajo pendiente.
- Bien. Pues entonces nos vemos a las 7h en la puerta del
hotel. Que disfrutes de tu noche de estudio - le dice con una carcajada - Por
cierto, ¿hueles muy bien?, ¿no estarás esperando a nadie? - se mofa. Humberto
le sonríe seriamente y cierra la puerta. Robbie se marcha riendo.
Humberto se pone a leer y se introduce en una ensoñación de
verborrea incesante, sobre trazados y colores, texturas y relieves de una de
las obras de las que ha de hablar al día siguiente, Vacío de garbanzos, una
obra que le desconcierta aún su significado. La figura principal del
cuadro es una mujer joven, desnuda. Se encuentra en la vía láctea, y las
estrellas, garbanzos, brillan tiernamente, reflejando una suave y cálida luz
sobre su cuerpo. Un extraño vacío se forma tras ella, reflejando una oscuridad
y profundidad extrema. Llaman por teléfono, rompiendo su trance artístico.
- Signore, da visitare. Vuole a salire? - le pregunta el recepcionista a Humberto.
- Chiaro,
farlo accadere.
Humberto deja sus libros de nuevo en la mesa y se
levanta nervioso, esperando en la puerta, como un perro espera a su dueña, con
la cola agitada y contenta. Se desnuda rápidamente y deja la ropa en el suelo,
de forma desordenada. Se tumba en la cama, boca abajo, hundiendo su cabeza en
la almohada y cierra los ojos en un intento de controlar su
excitación. Llaman a la puerta, un golpe corto y seco. Humberto le hace
pasar.
- Signore buona sera - dice una voz sensual
y seductora que hace que la sangre de Humberto fluya rápida y directa en
una única dirección.
- Buonanotte
lady - le responde, un
tanto incomprensible al tener la cabeza metida en la almohada - togliersi i
vestiti e vieni qui. Prendi
sulla schiena.
La joven se desnuda y deja su vestido color rosa palo en la
silla. Es verano, no hace frío, pero el modelito es el mismo que en invierno a -10ºC. Se queda un instante parada, en
ropa interior, como si necesitara prepararse para tal situación. Lleva un
sujetador de encaje blanco y un tanga de tul encarnado. Se acerca a la cama
sigilosa, con unos pasos ligeros. Humberto sigue boca abajo, aún ni siquiera ha
levantado la mirada para verla. Solo sabe que le gusta como huele. Ella se sube
sobre él, sentándose sobre su trasero desnudo. Coloca sus manos en su espalda y
desliza sus dedos por sus omóplatos, presionándolos con delicadeza. Masajea su
espalda con cuidado y Humberto, sofocado, ahoga sus gemidos placenteros. Ella
le besa el cuello y su lengua repta hasta su oreja. Humberto se gira
pasionalmente y se coloca sobre la joven. Un grito de terror se apodera de los
dos, cuando sus miradas se cruzan.
-
¿¡PAPÁ!? - grita Carmen quitándoselo de encima a
golpetazos.
- ¿¡CARMEN!? - aúlla Humberto alucinado, paralizado sobre
su hija.
Carmen se levanta corriendo de la cama y se coloca su
vestido con rapidez. Humberto se enrolla en la manta y se levanta confuso.
Ambos hunden sus miradas en el suelo y sollozan turbados, pensando lo que
estaba a punto de ocurrir y lo que ya había ocurrido. Un silencio desgarrador
les atraviesa el pecho.
- Hija mía, ¿que estabas haciendo?, ¿¡eres una PUTA!?. -
grita enfermo.
- ¡Oh Dios mío!, ¡Díos mío!. ¡Hemos estado a punto de
acostarnos! - dice Carmen flipada.
- ¡Mi hija!, ¡mi pequeña nena una PUTA! - llora
desconsolado.
- Papá, por favor, vístete, que te sigo viendo el... - le
dice señalándole el pene flácido que asoma entre las sábanas.
Humberto se tapa con rapidez y coge toda su ropa del suelo.
Corriendo se mete en el baño, cerrando la puerta con un fuerte portazo. Se ve
en el espejo y se da asco, no puede evitar vomitar. Vomita la pila y parte de
su pecho. Tropezones de pastel le cubren los pezones. Mientras Carmen abre
el minibar y se bebe dos botellitas de ginebra en tres tragos. Ambos no paran
de llorar. Humberto se da una ducha, intentando quitarse la suciedad que siente
sobre él y Carmen sigue bebiendo nerviosa, queriendo borrar de su mente esas
imágenes que le estaban acosando.
Tras casi una hora, Humberto sale del baño y ve a su hija
sentada en el borde de la cama, con el rimel corrido y la cara descompuesta. Él
se sienta a su lado y le coge de la mano. Ella la suelta asustada y vuelve a
llorar.
- Carmen, ¿que haces aquí? - le dice levantándole la
cara.
- Mi trabajo papá - le responde honesta.
- ¿Pero como te atreves?, ¿por qué?.
- Por que gano más que sirviendo cafés, por eso papá - le
dice apartándole la mano de la cara y levantándose.
Humberto no puede creer lo que sus ojos ven y lo que sus
oídos escuchan.
- Por favor, tápate. Toma, ponte esto - le dice pasándole
una bata del hotel - No puedo verte así - dice bajando su cabeza de nuevo.
- Peor te visto yo a ti, ¿no? - le dice molesta mientras
se pone la bata. Coge otra botellita del minibar y se la bebe de un trago.
- ¡Hija mía!. No me lo puedo creer. ¡Eres una puta!.
- Sí, y tú un putero, ¿cuál es el problema?.
- Por Dios bendito, ¡vendes tú cuerpo! - dice
intranquilo.
- ¡Maldito hipócrita!. ¡Pues tú lo has comprado! - le
responde chillona.
- Ya... pero no es lo mismo hija. ¿Tienes problemas de
dinero?. Mamá y yo te mandaremos más - le dice como ofreciéndole la solución a
todos sus problemas.
- No papá, no tengo problemas de dinero.
- ¿Estás metida en una mafia?, te obligan a hacerlo,
¿verdad? - le dice Humberto confiado de que esa es la única razón plausible
por la que su pequeña hija esta metida en esos asuntos.
- Estaba harta de trabajar turnos imposibles en la
cafetería, de no ganar lo suficiente... y no se cómo, me metí en este mundo,
pero estoy bien. Lo hago por que quiero, nadie me obliga papá.
- ¿Pero como es posible?. ¡Estudias teología!. Se
coherente. ¡Eso es pecado!.
- Le dice de nuevo el pecador a “la pecadora”. Que te
entre en la cabeza, trabajo de prostituta, sí, por que quiero. Y no me da vergüenza
decirlo.
Humberto se levanta y coge su talonario. Escribe en el una
cantidad de 5.000 euros para su hija. Se lo pasa y ella lo mira con asco y lo
rompe.
- No quiero tú sucio dinero papá - le grita.
Él la abofetea y ella, dolida, le empuja. Humberto cae al
suelo, golpeándose contra la cama.
- Carmen - dice llorando - ¿por qué? - sigue llorando -
Te hemos dado una buena educación cristiana, te hemos enseñado las diferencias
entre el bien y el mal, te hemos querido... has tenido libertades, has viajado
y hemos confiado siempre en ti, ¿por qué nos haces esto hija? - le pregunta
sollozando.
- Yo no os estoy haciendo nada. Hago esto por que quiero,
al igual que lo dejaré cuando quiera - dice conteniendo el llanto.
- ¡Si tu madre se entera!. Se le va a partir el corazón.
- Ya, pues también se enteraría de tus intenciones, que
se habrían consumado si no llego a ser yo.
De nuevo se quedan en silencio. Sin poder mirarse a la
cara. Carmen no para de coger botellas del minibar, y su cabeza ya deja de
taladrarla tanto con las imágenes de su padre desnudo, sobre ella, con el
miembro duro y completamente erecto sobre sus piernas.
- Papá, ¿y tú que haces aquí?, ¿por que no me has llamado
diciéndome que estabas en Milán?.
- Te quería dar una sorpresa.
- La sorpresa nos la hemos llevado los dos, ¿verdad? -
dice con una risa fuerte.
- Tengo un seminario de arte mañana y había pensado en
pasarme por tu trabajo, la cafetería donde trabajabas antes de hacer esto que
haces y... emmm... nada, te querría haber invitado a cenar.
- ¿Cuanto tiempo llevas aquí? - le pregunta un poco más
calmada, sentándose a su lado.
- He llegado esta tarde, en el vuelo de las 18h - le
contesta mientras se mira las manos.
- ¿Y has venido solo?.
- No, con cuatro compañeros más.
- ¿Cómo has conseguido el teléfono del local donde
trabajo?, ¿es un contacto que os dan a los catedráticos en la universidad?,
¿entra dentro de las “dietas y desplazamientos” que os dan en los viajes?
- le recrimina con burla.
- ¡Por supuesto que no! - responde molesto - Me lo paso
uno de mis compañeros.
- ¿Así que nada más llegar a Milán ya estabas pidiendo un
servicio?.
- Sí – dice con vergüenza.
- ¿Es la primera vez que lo haces?.
- No quiero hablar de esto.
- ¡Por favor papá!. Después de lo que hemos estado a
punto de hacer este tema no es nada - le dice levantándole, ahora ella, la
cabeza y mirándole a los ojos.
- Pues no, no es la primera vez.
- ¿Y por qué lo haces?, ¿por qué compras el tiempo y el
cuerpo de una mujer teniendo a mamá esperándote en casa como una boba?.
- Pues no lo sé hija... no lo se.
- Sí lo sabes, pero no quieres hablar de ello.
- ¿Y tú?, ¿cuanto tiempo llevas con este “empleo”?.
- Seis meses - le contesta. A Humberto se le encoge el
corazón - Pero creo que es mejor que no hablemos más de esto. Toma, bebé un
trago - le dice pasándole una botellita, casi vacía, de ron.
- Ya que bebo, bebo bien hija - dice mientras que se
levanta y coge cuatro botellitas de vodka - ¿Tú que quieres?.
- Lo que sea, pero que tenga bastante alcohol.
- ¿Absenta? - le pregunta Humberto.
Se quedan sentados en el suelo, bebiendo, obnubilando sus
mentes con el alcohol. Hablando de arte, de Milán, del dinero, de su madre, del
amor, de la pena, la vergüenza, la frustración... Humberto sigue queriendo
hacer entrar en razón a su hija y Carmen sigue negándole “su ayuda” y “sus
consejos”. Acaban dormidos, Carmen en la cama y Humberto en el sofá. A las
6h de la mañana suena el despertador, Humberto piensa en marcharse sin
despedirse de su hija, esa misma idea se le había pasado por la cabeza a Carmen
horas atrás, pero no lo hizo, y él tampoco.
Mientras Humberto se ducha Carmen se arregla un poco. Tiene
los ojos hinchados de tanto llorar y le duele la cabeza por el alcohol.
Ya listos, bajan juntos en el ascensor, aparentando ser desconocidos. En la
puerta del hotel, Carmen comienza a andar sin decirle nada a su padre.
- Espera - grita Humberto - ¿te veré esta noche? - le
dice lloroso de nuevo.
- No sé papá - responde ella confusa. Quiere encerrarse
en su casa y no salir nunca más.
- Llámame tú si quieres, ¿vale hija?. Ya sabes... me
marcho mañana a la tarde.
- Sí.
- Adiós hija.
- Hasta pronto papá - le dice dándole un cálido abrazo.
Carmen se marcha y Robbie sale por la puerta.
- ¡Buenos días campeón! - dice Robbie saliendo a la
entrada del hotel encendiéndose un cigarrillo - ¡Veo que alguien cambió de
opinión a última hora y acabó llamando a “la compañía”! - dice riendo - ¡Madre
mía!, que buena que esta la tía, ¡joderrr!. Buahhh y que pinta de fogosa que
tiene. ¿Has dormido algo Humberto o has estado toda la noche clavándosela a esa
rubia de infarto?. Menuda cara que tienes, estas súper ojeroso - dice a
carcajadas.
- Esa rubia es mi hija - dice secamente Humberto. Robbie
se atraganta y se le cae el cigarro sobre la mano, quemándose un poco el dedo
corazón. Humberto se queda en silencio, viendo como Carmen se marcha calle
abajo mientras sale el sol.
Bieen por fin algo nuevo, no sabia que esperar cuando me dijiste el titulo raro que te habian dado, pero te ha salido algo bueno y has logrado poner los garbanzos en algun sitio si es que el arte da para todo jajaja
ResponderEliminarBueno cuando he empezado a leer, sobretodo cuando su compañero le da la tarjetita, ya me imaginaba lo que iba a pasar, pero, buf, que mal trago, solo de pensarlo me pongo mala jajaja muy impactante XD
Buen trabajo!
^3^
Helloooo :D
ResponderEliminarNo está mal la historia, un poco evidente que al estudiar Teología la iban a pillar haciendo cosas pecaminosas 8).
Sigue escribiendo que tu ritmo a bajado ;)
Te quieroooo
holaaa :P soy blanca o la sra. sahuquillo jajaaj
ResponderEliminarleído! buah que maldita casualidad no?¿ puff no me imaginaría en esa situación ; la verdad esque siempre me sorprender Esther, muy buena la historia! que por cierto, cómo has hecho las frases en italiano?¿
el título la verdad que bastante extraño no?¿
al principio sabía algo de una infidelidad pero lo del pade e hija ha sido brutal! un saludo muchos besossss
Ya estoy aquí!
ResponderEliminar¿Echabas de menos mis comentarios y mi presencia por tu blog eh? Si es que soy tan especial... :-P
Me ha gustado mucho mujer y como siempre me sorprende tu imaginación porque sacar una historia como esta de un título tan peculiar, es obra de poderes de superhéroe.
He tardado en comentar pero que sepas que ya la había leido en clase y mientras lo estaba leyendo en uno de los ordenadores de la clase, pasó la profesora y se quedó flipando con el fondo. Me preguntó "pero esto que es? una tía en pelotas, qué haces viendo eso?". Le tuve que explicar que estaba leyendo una historia, que no era nada malo, pero creo que no se quedó muy convencida así que en ese momento te odie por tener ese fondo tan obsceno xD.