El brujo, el monje y el caballero

¿Quieres otra taza de té Gabriela? – dijo acercándole de nuevo la tetera humeante, a su taza de delicado mármol blanco, con pequeñas lilas dibujadas alrededor del asa – Sí, por favor – afirmo esta amablemente – Y también cogeré unas cuantas pastas más. No puedo evitarlo, están deliciosas Marie – dijo mientras cogía, con timidez, varias pastas, con sus dedos rechonchos – Bueno, dime… ¿que es eso que no podías esperar a contarme hasta el sábado? Estoy impaciente por saber cual es esa noticia que no te deja dormir. Marie, ¿a que esperas? – dijo con una amplia sonrisa – Tranquila Gabriela, todo a su debido tiempo. Ahora disfrutemos del té, y cuando acabemos damos un paseo y te lo cuento todo – dijo mientras sorbía el té – Antes con tantas prisas y ahora no. Tu lo que quieres es que me ahogue tragando rápidamente las pastas, ¿eh? – dijo mientras se abanicaba sofocadamente, agitando rápidamente los brazos. Sus mejillas se colorearon. Su rostro parecía un hermoso campo de amapolas, envuelto e...