El náufrago

Soy Roberto Páremo, farero de profesión, hace tanto tiempo, que ya no lo recuerdo. Me dirijo a ti para contarte mi historia, bueno, realmente la historia de un hijo que el mar parió, de sus entrañas saladas, y también me lo arrebato, poniendo fin a mis únicos sueños en mi vida. Cada día miro la playa, desde el viejo faro, y recuerdo el día en que encontré a Leonardo, así lo bautice, en un soleado domingo, cuando el sol se posaba sobre nuestras cabezas. En esa inolvidable mañana se oían las lindas gaviotas, tantísimas sobrevolaban el cielo, que espesaban el mismo aire, y nos empapaban con sus plumas olvidadas. La mañana estaba tan clara, como nunca lo había estado. El aíre era fresco y limpio, el mar tranquilo, después de la fatídica tormenta, y el cielo esponjoso, como en los sueños de un niño pequeño. Leonardo estaba boca abajo, con sus ropas andrajosas, sobre la fría arena, cerca de los calamos de mi preciosa playa, que yo custodiaba y custodio, hasta el último día de mi vida. S...