Erudito de las nubes
- ¿Desde
cuando trabajas aquí? -le pregunta dándole un sorbo a su martini.
- Dos años.
Justo hoy hacen dos años - le dice con media sonrisa mientas seca las copas y
las coloca en la estantería tras su espalda.
- Vaya... pues
no te había visto nunca - brama perplejo mientras enarca una ceja- Y eso que
vengo casi todos los días - se troncha estridentemente. Tiene una risa de
villano de película de serie Z. Lleva una camisa color salmón y unos pantalones
de vestir negros, con ralla plisada por encima de la pantorrilla. Le recuerda a
su abuelo. Solo le falta una espesa barba negra canosa y clavadito.
- Soy
discreto. Mucha gente no se da cuenta de cuando aparezco y cuando me voy. A
veces es un problema con los jefes - ríe educadamente - pero un placer para nuestros
clientes. Ya me entiendes - dice señalando discretamente con la bayeta al grupo
de swingers de la sala.
El local esta
dividido en salas. Cada habitación esta equipada con camas y/o sofás y condones
de todo tipo. Otras salas, más caras, ofrecen disfraces, complementos,
vibradores y dildos de la mejor calidad alemana, máscaras, fustas, cámaras de
video, etc. Incluso a veces les sorprenden a los usuarios/as con un obsequio de
la casa: champagne y fresas con nata y chocolate negro. La mayoría de las salas
son cerradas, pero la gente comienza a montarse la fiesta en la zona del bar. Todo
esta permitido.
Desde la barra
Héctor puede ver como una mujer esta siendo doblemente penetrada. La chica esta
cabalgando sobre uno, de espaldas a él. Lleva un vestido muy ceñido, remangado
hasta el ombligo. Tiene los pechos fuera. A su vez hay un hombre frente a ella,
agarrándole la cabeza con fuerza mientras ella le realiza una felación.
- Sabes...
¡esto se merece una celebración! - exclama.
- ¿El que?.
- ¡Oh Dios!.
Que modesto eres. Tú - le señala con el dedo índice. Tiene las uñas largas y
muy limpias. Parece que se ha hecho hace poco la manicura - chaval, eres el
mejor tipo haciendo cócteles en toda esta jodida ciudad. Ya llevo cuatro y me
siento como una estrella. ¿Entiendes?. ¡El mejor! - dice. Seguidamente le entra
hipo y sale corriendo hacía el baño. Quizás a vomitar la borrachera que ya no
le deja ni mantenerse en pie. Se mueve como una abeja zumbona en
busca de deliciosa miel.
Héctor sigue
en la barra. Sumido en sus pensamientos, atendiendo como un robot más
que mecanizado, dándole a la gente lo que pide: alcohol, el lubricante
ideal para estos vitales e interminables intercambios de parejas. Héctor se ha
vuelto un escéptico. Ya no cree en la diversión, y menos en el amor. Todo
apesta. Todo aquí le apesta sobremanera.
El señor del
martini sale del baño agitado y vuelve a la barra. Le cuesta unos cuantos
minutos sentarse en el taburete (el cual él ve como el pico de una montaña.
Inalcanzable, arduo y peligroso. Pero se siente vivo e imparable después de
esos dulces tiritos de blanca nieve que se ha hecho en el baño) y un par de
segundos en volver abrir ese meadero que tiene por boca.
- Tío... se
que te acabo de conocer pero... - traga saliva y se seca el sudor de la frente
con la palma de la mano. Su sudor huele a ron - ya te siento como a un
verdadero amigo. Más que eso, ¡eres como un hermano para mí!.
- Claro - le
dice Héctor limpiando la barra y anotando los próximos pedidos.
Marchando seis quintos de cerveza, dos jarras de sangría, dos Bloodie
Mary's, una Caipirinha, una botella de sidra y otra de cava seco.
- Chico...
escucha lo que mis sabios labios dicen - se levanta de un salto y
comienza a cantar – “I can be Mr. president, you can be Mrs. president wauhhhh”
- canta como un loco y simula tocar una guitarra invisible.
Héctor se
queda callado. No es nada extraño lo que esta viendo. Cada noche algún capullo
se comporta de esa forma, pero mientras no moleste a los que están de sobeteo o
folleteo, no importa. A la gente le gusta mirar esta mierda.
El hombre
baila frenético, incluso se podría decir que de una forma peculiar y
obscena. Esta sumido en un trance de alcohol y drogas. Baila en círculos.
Parece conectar con alguna fuerza mística y de repente choca con un par de
parejas que se están besando y cae sobre una mesa de cristal. La mesa se hace
añicos, pero el hombre no tiene ni un rasguño. Entonces vomita a los que tiene
cerca. Los de seguridad corren hacía la escena. Dos enormes armarios vestidos
con ceñidas ropas negras se abalanzan sobre él y el hombre dice < Tú –
señalando a una chica que se esta quitando el vomito de las piernas con
repugnancia – me das asco. Todas aquí me dais asco. ¡Jenna! ¿por que lo
hiciste? > dice rompiendo a llorar y pataleando como un niño pequeño. Los
guardias lo cogen del cuello de la camisa y lo arrastran por el suelo. Parece
un perro moribundo. La dueña del local sale rápida e invita a todos/as a tragos
gratis y llama a las gogos para que calienten al público.
Héctor sale al
cabo de media hora, cuando ha terminado de repartir toda la ronda de alcohol
gratis.
Al salir a la
calle, cercana ya a la madrugada, los primeros rayos de sol rompen las nubes y
Héctor se enciende un cigarro de camino a casa. Camina pensando en lo ocurrido
en el local. ¿A que vendrían esos gritos por parte de ese señor? piensa. Entonces
siente una fría mano en su nuca, con aroma a ron, y grita asustado.
- Perdona
amigo, no quería molestarte – dice el hombre del local – Te he visto salir del
local y he pensado que me gustaría hablar con un amigo. Siento que hemos
conectado y me gustaría charlar. ¿Te importa si me uno? – le dice señalándole
el paquete de tabaco. Héctor le pasa un cigarro y el mechero. Este lo enciende
tranquilo y se lo pasa. Ya no le recuerda para nada a su pacífico abuelo.
Ambos se
quedan callados durante un rato. Fuman. Respiran. Poco más. Transcurren unos
minutos, aunque extraños, de tranquilidad y con cierta calidez. Héctor se
sienta en un banco. El hombre se sienta a su lado, guardando unos pocos
centímetros de separación. No se miran de frente, están sentados hacia la
carretera, viendo como el tráfico comienza a bullir.
- ¿Ves esa
nube? – le dice el hombre a Héctor señalando el cielo. Héctor asiente con la
cabeza con poco interés – ¿Qué tipo de nube dirías que es? – le pregunta con
una amplía sonrisa.
- Pues no se…
parece un gusano.
- No, no me
refiero a esa sandez de juego de niños – le dice molesto - Las nubes se
clasifican según un sistema internacional creado a comienzos del siglo XIX por
Luke Howard, un químico inglés que las dividió en cuatro grandes categorías. La
primera son los cirros, que son como penachos elevados con forma de escoba y
están compuestos por cristales de hielo, la segunda son los estratos y son extensas
capas nubosas que traen lluvia continua, la tercera los nimbos y son las nubes
capaces de formar precipitaciones y la última son los cúmulos, que son esas nubes
hinchadas con base plana que suelen cruzar el cielo de verano. Y esa que
tenemos sobre nuestras cabezas es un nimbo, así que en un rato lloverá.
- Vaya… no me
esperaba semejante sermón. ¿Qué eres un erudito de nubes o algo así?.
- Soy
meteorólogo.
- Eso ya tiene
más sentido – ríe.
- Mi mujer se
ha marchado de casa… me ha dejado… ¡me ha dejado por otra! – le dice cambiando
de tema por completo. Héctor se queda perplejo. No sabe que decir, pero no es
momento para silencios. Resultaría aún más incómodo.
- Vaya… lo
siento mucho.
- Me dijo que
siempre he atendido más a mi carrera profesional que a ella. Quería que
tuviéramos un bebé. Pero este no era el momento. Yo estoy trabajando duro para
conseguir un ascenso y no puedo pensar en críos llorando día y noche. ¡No!.
- Entiendo,
entiendo – dice Héctor sin saber muy bien donde se ha metido.
- ¿Como
pretende tener un bebé con otra mujer?. ¡Con ella tampoco lo tendrá! – dice
gritando - ¿Adoptarán?. Espero que no les dejen, ese no es un hogar estable
para cuidar a un bebé. ¡Imagìnate si fuera niño!. Sarasa perdido.
- Pero… ¿ahora
duda de su sexualidad? – le pregunta Héctor incrédulo.
- Se ve que
sí… o yo que sé. No tiene ni pies ni cabeza. Se ha marchado con Amanda, mi
asistente en el trabajo. ¿Y sabes que es lo gracioso? – le pregunta. Héctor
levanta lo hombros en señal de negación – que yo intenté tirarme a Amanda y
ella me rechazó. Y de repente Jenna, esa es mi mujer, bueno, exmujer… bueno,
que ella y Amanda se hicieron muy amigas. Yo tenía miedo a que esta le contara
algo a mi mujer, pero parecía que se llevaban la mar de bien, que si cenas,
spa, cine, ópera… incluso un viaje a Grecia se hicieron juntas. Yo estaba
contento, Jenna tenia una amiga, se olvidaba de bebés por el momento y yo podía
seguir centrado con el trabajo… sin problemas… y va, y un día en casa, con
Amanda, ¡como no!, para cenar… se me presentan juntas y me escupen la noticia a
la cara, junto a una sosa ensalada… Va y me dicen que estan enamoradas. Y Jenna
lo sentía mucho y Amanda no quería interponerse en nuestro matrimonio… bla bla
bla… ¿Cómo es posible?, ¿por qué?. Llevábamos doce años juntos y jamás pensé
que le pudieran gustar las mujeres. ¿Cómo pude estar tan ciego? – dice con
lágrimas en los ojos.
Héctor le
tiende la mano para que se tranquilice y él se lanza en sus brazos. Llora sin
parar. Entonces le intenta besar. Héctor lo aparta con delicadeza pero con
precisión. El hombre se cubre la cara con vergüenza.
- No se que me
ha pasado. Lo siento. Yo no soy así. Lo juro – le dice levantándose del banco –
Gracias por escucharme.
Héctor ve como
se marcha. Y él se queda sentado un momento. Sigue aturdido por lo que ha
pasado hace unos minutos atrás. Unas finas gotas comienzan a mojar su cara.
Levanta la mirada al cielo y ve como esa nube espesa y oscura de la que hablaban
rompe a llorar.
OOOHHHHH!!! por fin!!!!
ResponderEliminarHa pasado tanto tiempo que casi no me acuerdo de como se comenta juju (es broma)
Los pobres barman, si es que lo que tienen que soportar los pobres, aguantar a los borrachos todas las noches, aunque puede ser dibertido a veces.
Me ha gustado la charla de las nubes, nunca se me quedan los tipos de nubes que hay y eso que lo he buscado varias veces jejeje
Bueno una historia muy nostalgica, porque tiene todos los elementos que caracterizan a tus relatos, ya lo hechaba de menos :)
Bueno a ver si para la proxima no hay que esperar 5 meses
Bueno trabajo ;)
Hombre por fin!
ResponderEliminarMenos mal que al fin has podido subir algo :-P
Me gusta tu entrada, ¿el título es tuyo o lo habéis hecho entre todas como hacíais antes?
Lo de las nubes ¿lo has tenido que buscar en internet o ya lo sabías? La verdad es que para mí ha sido todo un descubrimiento saber que las nubes también se catalogan jeje.
No bajes la marcheta de escribir eh!