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Una vida tatuada

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Mi abuela era una mujer muy reservada para todo lo que había vivido en su vida. Y no fue hasta su muerte hasta que la conocí correctamente. Heredé sus diarios y para mi sorpresa, todos estaban llenos de aventuras, idilios y noches de tinta sobre la piel. Recuerdo la última vez que pasé algo de tiempo con ella. Pelábamos patatas para la cena. Mientras, mi abuelo dormía en el sofá y los perros correteaban por la casa. Mi abuela se mostraba serena en su quehacer y yo pensé, que vida tan aburrida ha tenido mi iaia. Que equivocaba que estaba. A primera vista mi abuela parecía una mujer de lo más corriente, pero la realidad es que no lo era. Según sus diarios, tenía siete tatuajes en su cuerpo y creo que nadie de la familia los vio nunca. Se los maquillaba y cuando hacía el amor con mi abuelo lo hacían con la luz apagada y ella siempre se quedaba semivestida. Tenía tatuada una sirena en el tobillo, una herradura en la nuca, una rosa entre los pechos, un anillo en el dedo anula

La venus tatuada

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Escondía mensajes, dibujos y sueños en su piel. Se había convertido en un lienzo para los artistas del pueblo. Todos querían inyectar tinta en esa piel blanquecina tan cotizada. Una vez que no quedo espacio para la creatividad de los expertos pintores, su cuerpo fue quien comenzó a crear su propio arte. Con arrugas, marcas, pecas y lunares, toda ella se convirtió en una obra llena de talento, virtud, ingenio y aliento. Fotografía de Betty Broadbent - La Venus tatuada

La despedida

-        ¿Por qué lanzamos sus cenizas en el mar? Siempre odió la playa – dice con agonía. -        Por qué tus hermanos querían venir a bañarse y tu padre quiere buscar mierdas con el detector ese de metales – contesta desganada mientras le caen un par de lágrimas por la mejilla. -        No lo entiendo. Tendríamos que haber hecho un esfuerzo y esparcir sus cenizas donde la encontramos. En medio del bosque. -        Eso hubiera sido bonito. -        Es lo que tendríamos que haber hecho – responde soberbia mientras frunce el ceño. -        ¿Quieres decir unas palabras cariño? – pregunta esperanzada. -        Claro. He escrito algo – carraspea y se saca del bolsillo un papel arrugado con un par de líneas. Empieza a leer – Lara, fuiste la luz de mi vida y te fuiste demasiado pronto. Has sido mi primera amiga. Mi hermana. Te voy a echar tanto de menos. Voy a echar de menos nuestras tardes de té con míster Oso y las maratones de películas los domingos. Las fiestas de pijama e

Un canario en una jaula

  Cuando nos conocimos todo eran besos, viajes, sexo a todas horas y en todas partes, cenas románticas, risas, bailes y pasión, tanta pasión que siempre notaba mi estómago nervioso, por qué no sabía cuál sería mi próximo regalo, la siguiente caricia, la siguiente aventura. Pero todo cambió un día. Empezó a actuar de forma celosa, a controlarme en todo momento, a decirme que ponerme, a elegir a mis amistades, a mirarme el móvil, a encerrarme en casa. Yo pensé que hacia todo eso porque me amaba. Decía que era suya y a mí me parecía bonito. Me recordaba al amor que veía en muchas películas románticas. Cuando era pequeña mis padres se divorciaron. Yo nunca quise que eso me pasara a mí. Mi padre rehízo su vida, casándose con una mujer veinte años más joven que él, con la que tuvo mellizos. Mi madre se quedo conmigo y mi hermano. Volcó su frustración y pena en nosotros, y yo siempre tuve pánico de acabar como ella. Divorciada y amargada, pero principalmente, sola. Yo sé que la primera vez qu

El gato dron y la vida social

-    No hace falta que todos seamos creativos. No hace falta que todos intentemos pintar cuadros, componer canciones o hacer vídeos sobre reformas en YouTube. Lo sabías, ¿no? -          Sí, claro que lo sé – respondió perplejo. -          Entonces, ¿por qué haces toda esta mierda? – dijo señalando su mesa. La cual estaba llena de distintos materiales con los que realizaba sus creaciones. -          ¿Cómo que mierda? – contestó disgustado – Esto es arte. ¿Sabes que me van a exponer pronto en el Museo de Arte Moderno de Pekín? – señaló orgulloso. -          Tú y tus trolas jodío. ¿Quién va a querer exponer esta basura? – dijo mientras apuntaba con su dedo inquisidor su última obra, la cual consistía en un gato disecado al que le había añadido el sistema operativo de un dron - ¿De dónde has sacado a ese pobre gato? ¡¿Es un gato de verdad?! -          Lo conseguí en una protectora de animales. Cuando los “ponen a dormir” a veces los incineran o los tiran a la basura. Tengo una am

Ensoñación (anti)capitalista

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Habían roto el código, habían conseguido terminar con el ciclo de propaganda capitalista que nublaba los sueños. Tenían que celebrarlo. Sacaron el vino y brindaron por un nuevo comienzo, por una victoria sin precedentes. Habían conseguido un gran avance para la resistencia después de más de 25 años trabajando en secreto para desestabilizar el sistema. Querían zanjar el lavado de cerebro con el que el estado había estado infectando a la población para controlar el consumo, convirtiendo a la gente en zombis que no pensaban, que no paraban de comprar sin importarles nada. Cuando eran pequeñas y pensaban en el futuro, otra imagen del progreso les aparecía en la mente. Coches voladores, robots y máquinas complaciendo las necesidades humanas. Nunca pensaron en que el gobierno usaría la tecnología para el control mental de la población. Lo vendieron como una cura, como una herramienta para acabar con la pobreza —¡cómo nos lo pudimos creer!— para reformar la educación —¡ qué ingenuos

Un sueño que nunca acaba

“Everybody dreams alone / On their own / Privately / In unison / They fall asleep / And drop like flies / And make ends meet / And it makes me cry” (Sorry – In unison) No podía parar de llorar. Me sentía tan triste. Como si un capítulo de mi vida se hubiera acabado y el miedo de empezar de nuevo destruyera mi ser, pero eso no podía ser cierto, después de todo lo que había superado, las horas de terapia y las drogas que nublaban mi mente. En ese momento supe que estaba durmiendo, pero algo iba mal, era consciente y no podía moverme. Otra vez sufría de parálisis del sueño. Mi hardware corporal no funcionaba, mientras mi software espiritual daba brincos dentro de mí, haciéndome añicos. Por un breve fragmento de tiempo conseguí mover mis dedos, hackeando mi coraza externa, intentando despertarme. Pero no conseguí sacarme de esa pesadilla que no iba a cesar. Cuando los muertos se presentan en los sueños sabes que algo va mal. Y ahí estaba, en las sombras de mi habitación. Creciendo