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Mostrando entradas de agosto, 2010

Magnolia

Magnolia nació en la primavera del 69, en Galicia. Su madre murió desangrada al darle a luz. El parto tuvo numerosas complicaciones, y finalmente, no pudo resistir más. Solo pudo llegar a ver a su hija, nacer de sus propias entrañas, y en ese momento, dejo de luchar y su corazón dejo de latir. Antonio, su padre, jamás a perdonado a Magnolia la muerte de su madre, y la pobre Magnolia, nunca ha podido superar, que por su culpa, su madre no pudiera seguir viviendo y que jamás conocería a aquella mujer que dio su vida por salvarla a ella. Le pusieron de nombre Magnolia por su abuela, pues eran sus flores favoritas. Tenía la casa repleta de esas flores. Frescas en los jarrones, adornando la casa, secas en los armarios, para perfumar la ropa, y llenas de vida, en su enorme jardín. Todas las mujeres, por parte de la familia de su madre, tienen el nombre de alguna flor. Estaba Margarita, su madre, Rosa, su abuela, Dalia, su bisabuela, Amapola, su tía, Melisa, su prima menor, Azalea, su prima

Las vírgenes del sol

Alicia y Alba se pasan el día bañando sus cuerpos bajo el sol. Cuando llega el verano, su estación favorita, cogen sus toallas, sus diminutos bikinis, crema autobronceadora, y se dirigen a su casa de la playa, para atiborrarse del calor de esos divinos rayos. Pueden pasarse hasta ocho horas bajo el sol, friéndose como huevos, por una cara y luego por la otra. En verano sus pieles adquieren un color espléndido, un bronceado dorado, con un brillo fabuloso. Los demás días del año, Alicia y Alba, toman el sol en la amplía terraza de su piso, céntrico y con buenas vistas, y cuando el sol no brilla, para sus pequeños cuerpos, se aplican rayos artificiales, que son igual de eficaces. Ir a tomar el sol es de los pocos momentos que une a estas dos gemelas tan distintas. Sienten una devoción, grandiosa, por la tonalidad de sus pieles color oro. Es como si practicaran una especie de ritual, en el que sus cuerpos vírgenes, absorbieran la esencia, única, del sol. Sus pieles son fuertes y de un

Cuenta atrás

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Brian lleva internado en el hospital psiquiátrico de Memphis, Tennessee, tres años. Sufre personalidad múltiple, que sale a la luz cada vez que se altera, emociona, deprime, etc. Las enfermeras y enfermeros del centro le tienen bastante miedo, e intentan comportarse con él con una amabilidad, a veces excesiva, que ha supuesto en el comportamiento de Brian la aparición de nuevos entes. Tienen miedo a una posible reacción violenta por su parte, pero por suerte, siempre que Brian a adoptado una personalidad agresiva, lo han podido controlar con algún sedante. Las personalidades de Brian son todas muy distintas, a veces aparecen de nuevo personajes ya interpretados por él, pero el patrón que cumple su cerebro, es la manifestación de distintas identidades regularmente. Puede ser una semana entera una personalidad y en un día variar cientos de veces. Brian asimila las cualidades que admira de cualquier persona. Por ejemplo, viendo el televisor, observa a un juez, y le atrae su seriedad y s

Limbo

Jasone siempre ha creído en la existencia del limbo, un espacio entre el cielo y el infierno para aquellas almas que no han sido bautizadas por la santísima cristiandad. Un lugar habitado, mayormente, por recién nacidos y bebes. Jasone es prostituta, por circunstancias de la vida se vio obligada a trabajar en ello. Trabaja en un club, donde tres cuartas partes de sus ganancias se dirigen, directamente a su chulo, Caramelo, un hombre enorme, repleto de esteroides, con la piel color dulce de leche y, con la cabeza rapada al cero. También lleva una oscura perilla de chivo, normalmente manchada con café por las mañanas y whisky el resto del día. Jasone, como otras chicas del club, vive allí con su hija. Se llama Nausicaa, de piel lisa y color tiza, y con abundantes rizos carbón. Nausicaa solamente tiene un año. Empezó a trabajar como modelo de fotografías eróticas y después comenzó a rodar películas pornográficas de todos los estilos. En todo ese ambiente conoció a Caramelo, que la ena

El jardín de las fresas salvajes

Atenea se levanta todos los días a las ocho de la mañana, con el rumor de las aves, que se sitúan en los frondosos árboles de su jardín. Vive aislada en su casa, ya seis años, desde que su marido y su hijo, de tan solo año y medio, murieron en un accidente de coche, en el que se dirigían a ver a sus suegros al País Vasco. Ella no estaba en el automóvil ese día, por que se dirigía al extranjero, a un congreso de música. La casa de Atenea parece de cuento. Está situada en una zona tranquila y bastante desierta, no tiene vecinos alrededor. Es amplía, con techos altos y grandes ventanas. De colores pasteles, están pintadas todas las habitaciones, y hay plantas y flores en cada rincón de la casa, endulzando aún más la vivienda. Hasta el timbre de la puerta hace ese ding dong tan especial y característico. Atenea realiza las mismas tareas todos lo días. Se levanta temprano para dar un paseo por los jardines cercanos a su casa, sin llegar al pueblo, pues mantiene un mínimo contacto con el